En Catalunya cada fiesta suele tener su postre particular. La Semana Santa no es una excepción. Su dulce por excelencia es la mona, que se consume coincidiendo con el final de la Cuaresma, en la que tradicionalmente se llevaba a cabo un período de ayuno y abstinencia de un buen número de alimentos. La tradición marcaba que el padrino regalase a su ahijado una torta como símbolo de protección. Esta llevaba tantos huevos duros como años tenía este. La entrega se hacía el Domingo de Resurrección y el Lunes de Pascua se reunían todos para comerla. Una vez hecha la comunión, el niño dejaba de recibir la mona. Actualmente, muchas familias siguen esta tradición aunque la mona de muchos ha cambiado de forma y se ha convertido en un pastel de mantequilla, mermelada y fruta escarchada u otras variantes, sin olvidar las figuras de chocolate, que acompañan o incluso sustituyen las tartas en algunas casas. En este sentido, días antes, las pastelerías de pueblos y ciudades llenan sus mostradores con pasteles, huevos de colores y figuras de chocolate de todo tipo.
Alba Polonio Sáez
Recepcionista y profesora de inglés, 27 años
“Sí, desde pequeña. Mis padrinos, los dos, son pasteleros, así que con 27 años aún recibo una mona cada Pascua. Suelen hacerme el pastel que más me gusta, el de chocolate con mermelada de frambuesa. Antes siempre me ponían alguna figura de chocolate, ahora ya no.”
Adam Sort Martínez
Administrativo, 29 años
“Sí. Hace mucho tiempo que mi padrino ya no me la regala pero en casa compramos una cada año. Siempre la comemos el fin de semana o el lunes. No nos gusta nada la mona con fruta escarchada; compramos alguna de crema o chocolate. No buscamos la figurita de chocolate.”
Ildefons Palomares Bueno
Prejubilado, 61 años
“Hasta hace poco la seguía pero ahora me he divorciado y ya no lo hago. Antes, los padrinos de mis hijos les regalaban la mona y yo se la regalaba al hijo de mi hermana, que es mi ahijado. Siempre comprábamos un pastel para toda la familia y alguna figura de chocolate para los niños. Un año, además de la mona hice un dibujo con cartón de Gasol.”
Jose Manuel López López
Profesor, 52 años
“Hace muchos años que ya no. Los niños ya tienen más de 20 años y ya no lo hacemos. Antes, cuando eran pequeños recibían una mona de parte de sus padrinos. Solían recibir una figura de chocolate; a veces también un pastel, pero en contadas ocasiones. Además, yo también regalaba una mona a mi ahijado. A veces le compraba un pastel y a veces solo una figura de chocolate.”
Laura Gordillo Vázquez
Directora comercial de un club deportivo, 35 años
“Compramos una mona para los peques porque les gusta pero cuando yo era pequeña no seguíamos demasiado la tradición. A mis hijos, normalmente se la compran sus padrinos aunque a veces se la compramos yo y mi marido. No compramos pastel; solo chocolate, que es lo que les gusta. Cada año compramos alguna figura relacionada con los dibujos que están de moda en aquel momento.”
Juana González Ruiz
Limpiadora, 57 años
“Sí, siempre la hago yo misma. A mi, la mona de mantequilla no me gusta. En muchos sitios venden esta y como en casa no nos gusta, la hago yo a mi gusto. Hago un bizcocho con nata y lo adorno con un huevo de chocolate, plumitas y pollitos. Nosotros comemos la mona el lunes de Pascua. Nos juntamos toda la familia.”
Maria Dolors Palafox Sánchez
Jubilada, 74 años
“Yo tengo un nieto y cada año le hago una mona. Hago el pastel yo misma; nuestra mona es casera. Hago un pastel con fruta escarchada, almendra y un huevo de chocolate. Solemos comer la mona el lunes de Pascua. Nos juntamos con mi hija y mi nieto. A veces también viene alguien más. A mi me gusta mucho la rebostería. A menudo hago pasteles.”
Cristina Trias Carrasco
Cuentacuentos, 46 años
“Hace ya tiempo que no. Cuando era pequeña, sí pero porque es una imposición social, no por una cuestión religiosa. A veces seguimos las tradiciones sin saber qué significan. No lo recuerdo demasiado bien pero creo que cuando era pequeña me regalaban un pastel pequeño con un poco de chocolate. Ahora hay gente que se pasa tres pueblos. Yo ya no sigo esta tradición aunque me veo obligada a celebrar de algún modo la Semana Santa porque está todo cerrado. La sociedad me lo impone .”
Maria Rosa Turu Parellada
Jubilada, 68 años
“Sí, por supuesto. A mi marido le toca regalar tres monas y a mi, una. A los mayores no les regalamos mona, les damos otro detalle. A los pequeños, sí. Solemos comprar las monas en Terrassa y nos las comemos en Pamplona. Allí, los niños tienen fiesta la semana de Pascua, es decir, la semana después de Semana Santa pero los adultos no y los abuelos vamos a hacer de canguros.”
Mercè Guiu Ferran
Traductora, 51 años
“La seguimos para los más pequeños de la casa, mis sobrinos. Me parece una buena simbología. El huevo y los conejos tienen una simbología pagana bonita que a menudo la gente desconoce. Los huevos están vinculados con lo que era la celebración de la llegada de primavera y la fertilidad y de aquí también que escogieran el conejo. Creo que la mona es una costumbre bonita aunque se ha comercializado un poco.”
Lluís Monté Colomé
Responsable de proyectos, 41 años
“Sí. Los niños reciben una figura de chocolate por parte de sus padrinos. Además, el día de Pascua comemos con los abuelos y compramos un pastel. Nos gusta el clásico, de mantequilla.”
Pere Garcia Batanás
Sin empleo, 32 años
“Sí, la seguimos. Mi padre se la regala a mi sobrino, que es su ahijado. Le compra tanto un pastel como una figura de chocolate. A nosotros nos gusta el pastel de trufa. Solemos quedar toda la familia y comemos la mona juntos.”