Entre 1986 y 1992, el artista terrassense Antoni Miralda desarrolló su célebre "Honeymoon Project", boda simbólica entre el Monumento a Colom de Barcelona y la Estatua de la Libertad de Nueva York, que generó acciones ceremoniales y participativas tambien en otras ciudades del mundo (París, Venecia, Las Vegas, Tokio o Terrassa entre ellas). En el transcurso de este proyecto creó "Anyell de l’Apocalipsi", un tapiz-colcha de dieciocho metros de alto por quince de ancho que, ayer, colgado de la sala Oval del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), impresionaba a todos los asistentes al encuentro con que Miralda presentó la instalación "Peccata Mundi", que acompaña esta nueva y breve (solo hasta mañana) exposición de la pieza, junto con la ceremonia-performance, ideada por el artista, que tendrá lugar hoy, entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde.
"Anyell de l’apocalipsi" fue ideado inicialmente por Miralda con unas dimensiones algo superiores, de veinte por veinte metros, "pero la Quinta Avenida de Nueva York, por la que desfiló en 1989, tiene quince metros de ancho, de manera que tuve que limitarme", recordó. La pieza fue elaborada con una mezcla de materiales muy diversos -vinilo, plástico, poliester, astracán y otros- en Filadelfia, en el Fabric Workshop and Museum, "un lugar realmente muy, muy interesante, donde han trabajado muchos artistas, siempre con materias textiles. Fuimos un grupo tremendo de gente que estuvimos haciéndolo durante meses y meses de ese 1989".
Desde 1995 en el museo
Pudo verse luego en el vídeo "Barcelona Grand Menú", que se proyectaba en su "performático" restaurante El Internacional de Nueva York (1984-1986), en el Pabellón español de la Biennal de Venecia de 1990, y, en 1995, en un nuevo desfile en Barcelona, organizado con motivo de la exposición del MNAC "Agnus dei. L’art romànic i els artistes del segle XX", organizada por Pilar Parcerisas. Con motivo de la misma, Miralda decidió cederla al museo. "Pensé que era la auténtica casa del ‘Anyell’, y además, en la mía, casi que tenía que sacarlo por la ventana; que aquí se encontraría mucho mejor y estaría bien atendido". El director del MNAC, Pepe Serra, lamentó que se haya expuesto tan poco -la última vez, hace veinticinco años- la pieza "que mejor explica que el museo es la casa de los artistas, y que relaciona el románico con una visión que interpela a las nuevas generaciones. Y además, tenir aquí a Miralda, cuando aún resuena el premio Velázquez [concedido el pasado año al artista terrassense, por el Ministerio de Cultura, en reconocimiento a su innovadora trayectoria en las artes plásticas] supone todo un privilegio".
La instalación "Peccata Mundi", que enmarca esta exposición de "Anyell de l’Apocalipsi", incluye siete "Taulaülls", esto es, mesas en forma de ojos (evocación de una imagen de la manifestación de Dios, descrita en el Apocalipsis de San Juan como un cordero con siete ojos que sostiene el libro de los siete sellos). En ellas pueden leerse menús y recetas que Miralda y Montse Guillén crearon para el restaurante El Internacional (en cuya carta figuraba el plato "Anyell de l’Apocalipsi en siete salsas") u otros proyectos e instalaciones con los que han interrelacionado el arte, la cultura y la gastronomía. Los rodean frases, escritas en siete idiomas distintos, con mensajes que llaman o son invitaciones a la paz.
También presenta dibujos y material audiovisual sobre el universo creativo del artista. En un vídeo se suceden cortes de televisión de varios países tratando del "Honeymoon Project", que evidencian "esta voluntad que tuvo este proyecto de seis años de duración de propagarse y conectar diversas gentes, culturas y grupos, formando esta especie de familia". En otro pueden verse las imágenes de los desfiles en Nueva York y Barcelona de "Anyell de l’Apocalipsi", que muestran "la dualidad y la semejanza entre dos ciudades cuando una obra como esta ocupa su espacio público".
En diálogo con el órgano
Y con "Anyell de l’Apocalipsi", Miralda vuelve hoy a crear un encuentro y un ritual colectivo. Será una acción pensada básicamente para que el monumental órgano de la sala Oval del MNAC (el mayor de Catalunya y uno de los más grandes de Europa, actualmente no operativo) y el cordero "se hablen, se comuniquen, entre ellos y con todas las personas que asistan.Lo importante es crear esta confrontación entre el órgano y la imagen , que se parecen, son casi gemelos, y hemos logrado que el instrumento suene simbólicamente en la sala".
La "ceremonia-performance" comienza a las nueve de la mañana con la cocción de un cordero, "que lo tendremos aquí presente, lo sacrificaremos, y nos lo comeremos, y entonces se producirá un ‘milagro’: la ‘multiplicación’ de los corderos, porque se trata de alimentar a todos los asistentes. La acción es también un menú inspirado en la cocina medieval, creado por Montse Guillén con la colaboración del especialista Alfonso Borragán".
La cocción del cordero tendrá lugar en la entrada del museo. A las doce del mediodía está prevista la visita a las salas de arte románico y la ofrenda simbólica ante el Agnus Dei (Cordero de Dios, que representa a Cristo sacrificado vencedor de la muerte) del Ábside de Sant Climent de Taüll. Miralda se siente fascinado desde hace muchos años por esta figura del cordero que forma parte de esta obra maestra del románico europeo, que también asombró a grandes artistas de las vanguardias del siglo XX, como Pablo Picasso o Francis Picabia.
A las 12.30 se dará acceso a los asistentes a la sala Oval, y media hora más tarde "Anyell de l’Apocalipsi" será elevado en la estructura especialmente dispuesta para ello. Seguidamente actuarán dos formaciones de la Fundació Conservatori Liceu y se ofrecerá el coctel "Aerinita", símbolo de la sangre del "Anyell de l’Apocalipsi".
Alrededor de las siete "taulaülls" tendrá lugar la comida. La "ceremonia-performance" se cerrará a las cinco de la tarde con una actuación del contratenor Jordi Domènech, acompañado al órgano por Dani Espasa, que entre otras piezas interpretarán un "Agnus Dei" anónimo de canto gregoriano.
"Es un lujo tener esta sala, la plaza pública del museo, para poder entrar libremente y compartir", subrayó Miralda. Estaba entusiasmado por el hecho de que el "Anyell" vuelva a ser motivo para un "intento de diálogo", para que la gente venga a la sala "y lea los mensajes de paz, y reflexione, o no, sobre el porqué del símbolo del cordeo, que es anterior a la Biblia, o la relación del arte contemporáneo con la convivencia. Sería fantástico que cada año el ‘cordero’ volviera a la sala Oval para encontrarnos con él y reflexionar y dialogar".