Una de las mujeres referentes del feminismo actual, Iratzu Varela Urrestiazala (Portugalete, 1974), protagonizó una conferencia en Terrassa, el sábado por la tarde, en el Museu Nacional de la Ciència i la Tècnica (mNACTEC). La fundadora de Faktoria Lila, que fue presentada por la concejal de Políticas de Género, Gracia García, reflexionó acerca del movimiento.
Varela señaló que para ella "el feminismo es una teoría política, un movimiento social y una forma de vivir". Sobre el primer punto recordó que la lucha feminista cuenta con muchos años de historia y que en sus orígenes se debe a muchas intelectuales, burguesas, que fueron a la universidad y a las obreras de las fábricas.
Con relación al segundo aspecto, al movimiento social, se mostró satisfecha de que se haya convertido en una plataforma social muy activa, revolucionaria y transformadora, y que una a diferentes partidos y sindicatos. Y, en este sentido, se mostró convencida de que es el movimiento social más potente. De ahí que expresara su inquietud: "Debemos estar más preocupadas por mantener el movimiento sin que esté politizado. No vamos a tomar la Bastilla porque el movimiento se está construyendo pero hay que seguir porque cada paso que hacemos suma". En cuanto a la forma de vivir, Varela expuso que si se quiere una sociedad igualitaria hay que cambiar las prácticas individuales en el día a día. La feminista consideró que los tres aspectos, el político, el social y la forma de vivir se alimentan y que, por tanto, todo ello conforma una manera de ser. "El mensaje que nos vende la película ‘Pretty woman’ ya no mola porque ahora nosotras somos las que debemos y podemos seleccionar. Las antifeministas defienden su postura porque están en un contexto hostil pero ya hay muchas chavalas y adolescentes despertando de estos sueños. La belleza, el amor romántico, los cuentos de princesas, van a la baja", aseguró.
La feminista reconoció que, a pesar que el movimiento es my potente, tiene deberes pendientes. Defendió la construcción de un árbol genealógico para reconocer la labor de las antecesoras como Simone de Beauvoir y Kate Millett hasta tantas mujeres amas de casa y obreras anónimas que, como las rusas en 1916, ya reclamaban "pan y rosas", unas rosas como símbolo de libertad.
Apostó para seguir manteniendo la profundidad y la radicalidad del mensaje, y la incorporación de la perspectiva de género en todos los ámbitos de la sociedad. Señaló también que hay que trabajar por la interseccionalidad. "El feminismo no puede ser un movimiento racista, lo dicen mujeres gitanas e inmigrantes", alertó.