La 38º edición del Festival de Jazz acogió este fin de semana uno de los actos más esperados con la entrega del premio Jazzterrasman 2019 que en su 17 convocatoria ha recaído en el insigne pianista norteamericano, Kenny Barron, y el concierto que lideró minutos después en la Nova Jazz Cava acompañado de unos músicos de lujo: Mike Rodríguez, trompeta; Dayna Stephens, saxo tenor; Noriko Ueda, contrabajo y Savannah Harris, batería.
El quinteto llegó a una sala llena hasta la bandera y con el cartel de localidades agotadas. A las diez de la noche, Valentí Grau, director artístico del festival, anunció "el gran reconocimiento" al célebre pianista que minutos después salió al escenario para recoger la escultura, creada por Silvía Segura, de manos de Cesc Soriano, miembro del Club Jazz Terrassa.
El músico y compositor manifestó muy agradecido que "es un honor para mí aceptar este premio, el Jazzterrasman. Creo que es la décima vez que toco en Terrassa. Este es sin duda uno de los lugares favoritos para actuar y siempre lo he disfrutado mucho". Tras los aplausos, Barron recogió la escultura y la colocó sobre el piano, el instrumento musical que le ha proporcionado tantas satisfacciones a él y al público que le ha seguido fiel.
Tras el acto más oficial empezó el concierto del quinteto encabezado por Barron que comprendió standards y piezas de su aclamado "Concentric Circles (de la discográfica Blue Note, 2018), un álbum considerado redondo que ya ha logrado las mejores cualificaciones y aspira a los Premios Grammy.
La belleza de las baladas
A lo largo de dos horas sonaron "And the again", "Bebop", "Baile", "Reflection", "Blue waters", "Elm", "Aquele Frevo Axé", "DPW" y "Body and soul" . Temas que discurrieron especialmente por el bebop y bossa nova. Un género este último que le gusta. "Yo amo la belleza de las baladas de Thelonious Monk (pianista y compositor de Carolina del Norte que falleció en 1982) y los ritmos y las sutiles armonías de la música brasileña", comentó en la entrevista publicada en este diario con motivo del premio y de su actuación en el festival egarense.
El maestro desplegó en su actuación todo su arte musical que, para muchísimos, tiene sus rasgos esenciales en su estilo refirnado, articulado e imaginativo; una característica de la escuela de Detroit. El quinteto mostró una complicidad absoluta y el maestro repartió juego y protagonismo a cada uno de los músicos. Al cierre, el público se resistió y Barron ofreció una propina, solo, al piano, donde confirmó una vez su excelencia y talento.