David Medié es árbitro de Primera División de fútbol, donde cumple su segunda temporada. Nacido en Sabadell hace 34 años, hace ocho que reside en Terrassa. El miércoles dirigió la final de la Supercopa de Catalunya entre el FC Barcelona y el Girona en la Nova Creu Alta de su ciudad natal en una de las pocas ocasiones que tiene para arbitrar a equipos catalanes.
¿Desde cuándo vive en Terrassa?
Hace ocho años que me compré el piso aquí y debo confesar que estoy muy a gusto. Terrassa es una ciudad muy agradable, con un centro muy bonito, con todo tipo de servicios sin ser una gran capital como Barcelona. Vine porque en aquel momento había una diferencia de precio considerable entre Sabadell y Terrassa. Son dos ciudades parecidas, quizás por eso me he adaptado muy bien. A mí eso de las rivalidades no me afecta. Tengo la familia en Sabadell y amigos en las dos ciudades. Lo llevo bien.
Su interés por el arbitraje nació pronto, a los 14 años. Su padre era árbitro e imagino que ese detalle es fundamental en su vida.
Creo que nadie empieza a arbitrar porque le guste, así de primeras. Mi padre era árbitro y gracias a eso vi la figura del árbitro como la de un deportista más. Le acompañaba a los partidos, al comité, y me gustó el ambiente. Decidí apuntarme para probar y debo confesar que al principio no me gustó. Yo venía de jugar a fútbol, de tener la pelota, y siendo árbitro era todo lo contrario, había que estar alejado del balón, que no te tocase. Poco a poco vas viendo que tienes otro tipo de funciones, pero muy enriquecedoras porque se trata de impartir justicia en un campo de fútbol, de progresar, de ir ascendiendo categorías. Cuanto más conoces a un árbitro más valoras su trabajo.
No es, por tanto, un árbitro vocacional. ¿Qué le alimenta ese interés posterior?
Yo cogía mi maleta e iba a arbitrar a Sant Cugat, a Sant Quirze, a Terrassa, a Sabadell. Y eso te forma como persona. Porque con 14 años vas a un campo de fútbol y tienes que ser la persona más madura. Esos valores me gustaron y veía que me enriquecían personalmente en mi formación. También es importante el hecho de practicar deporte. Y después, tu propia progresión te fortalece, te motiva.
¿La etapa en el fútbol formativo y en el territorial es la más complicada?
Probablemente, pero es en la que más disfruté. En ese momento te mueve la ilusión, quieres mejorar. Pero es cierto que hay partidos complicados en los que tienes sensación de impotencia. Tú intentas hacer bien tu trabajo, pero hay decisiones que la gente no entiende y te increpan. Ante eso te sientes impotente.
¿Ese escenario se da más en el fútbol formativo?
Los partidos en las categorías formativas se calientan por los padres, eso es indiscutible. Los padres meten mucha presión a sus hijos, porque quieren que lleguen a Primera División. Es necesario que cambien esa mentalidad, que entiendan que sus hijos hacen deporte y que lo fundamental es que disfruten.
¿Las campañas que las federaciones han llevado a cabo en los últimos años han tenido una incidencia positiva en esos comportamientos?
Se ha mejorado mucho. Así como de la época de mi padre a la mía el cambio es notable, de cuando yo empecé en fútbol base al momento actual también se ha producido. Se ha conseguido que a aquel que insulta en un campo se le señale. La sociedad ha mejorado y el fútbol es un reflejo de la sociedad.
¿Su dedicación al arbitraje es total?
Sí, no tengo ninguna otra actividad. No lo tenemos prohibido, pero es difícil porque cada fin de semana o arbitras en el campo o tienes VAR. Hay muchos partidos, pruebas físicas y es casi imposible compaginarlo con otro trabajo. Hoy en día casi todos los árbitros españoles tenemos una dedicación completa.
¿Cómo se prepara un árbitro?
Hay varios aspectos que hay que trabajar. Uno es el físico y en ese sentido cada día entreno con un preparador físico de 9 a 11 de la mañana. También cuido la parte psicológica, que trabajo con un coach deportivo. Y en el aspecto futbolístico soy un poco autodidacta porque miro partidos, tanto de mis actuaciones como de los equipos que debo arbitrar o de otros compañeros.
¿Es importante conocer a los jugadores que se va a encontrar en el campo?
A mí me da seguridad. Los jugadores y los equipos acostumbran a jugar de una forma determinada. Y lo que puedas prever es bueno. Para un árbitro todo lo que sea inesperado aumenta la dificultad. Si tú sabes que aquel lateral derecho siempre acostumbra a centrar, te permite estar preparado para situarte en la posición correcta y estar pendiente, por ejemplo, del área.
Me habla usted de entrenar la faceta psicológica. ¿Qué aspectos trabaja?
Nosotros dirigimos partidos en los que participan 22 jugadores. Y el modo en el que te diriges a ellos, por ejemplo, hace que te crean o no. En mi preparación psicológica analizamos mis actuaciones en el partido y observamos aquello que se puede mejorar en el trato con los jugadores, mi gestualidad, mi expresividad facial, todo eso. Y también practicamos técnicas para mejorar la relación con los jugadores.
¿Qué personalidad intenta transmitirle al jugador?
Depende del momento, hay que tener equilibrio. El árbitro que quiere ser muy dialogante pierde efectividad. El jugador reacciona ante una situación que entiende que debe protestar, muchas veces por sistema, y debes detectar si el futbolista quiere esas explicaciones. Si es así y tus explicaciones son efectivas, perfecto. Si continúa sin comprenderlo no puedes seguir. El árbitro debe saber cambiar de registro con rapidez. Puede ser la persona más amable del mundo y en dos segundos la más autoritaria. Esos cambios marcan a un buen árbitro. A veces los jugadores que más se quejan son los más agradecidos cuando les explicas las decisiones, porque igual no están acostumbrados a tener un buen diálogo.
Una vez en Primera División, ¿qué retos tiene?
Llegar a Primera División nunca ha sido un objetivo. Mi propósito ha sido ser mejor cada día, algo que también me pasa en la vida. Intento ser mejor persona cada día y ser mejor árbitro cada día. Con ello, las cosas te llegan. Si mejoras, tardarás más o menos pero las metas se cumplen. Ahora mismo no me pongo objetivos a nivel individual. Es obvio que me gustaría ser internacional y arbitrar partidos de competiciones europeas, pero mi trabajo diario no va enfocado a eso, sino a estar mejor físicamente, psicológicamente y en todos los aspectos.
¿La exigencia para seguir al máximo nivel es importante?
Desde luego, es más complicado mantenerse que llegar. El arbitraje ha cambiado mucho. Antes con personalidad o estando bien físicamente podías tener suficiente. Pero ahora no, todo el mundo está muy preparado y hay que dar un plus. Lo que dice el Cholo Simeone de ir partido a partido es la filosofía de lo que debe ser el deporte. Si piensas en una meta lejana, ya no estás pensando en entrenar hoy al máximo. El hoy es la parte fundamental.
La temporada pasada le sancionaron por su actuación en el partido entre Valencia y Levante. ¿Ha sido ese su peor momento?
No estás acostumbrado a según qué situaciones, pero todo ello te ayuda a ser más fuerte en el futuro. Es necesario quedarte con los aspectos positivos y yo creo que en ese momento lo hice. No me afectó demasiado, sinceramente.
¿Qué nivel tiene, en su opinión, el arbitraje español?
Yo pienso que es el mejor del mundo. Es obvio que la Liga más exigente, como es la española, tenga los mejores árbitros. O tú estás al nivel de la Liga o la Liga se te acaba comiendo. Eso hace que los árbitros tengamos un nivel de exigencia muy alto con nosotros mismos.
¿Le incomoda la presión de los medios de comunicación hacia la labor de los árbitros?
No tengo sensación de tener ninguna presión en ese sentido. Yo voy a arbitrar un partido, intento hacerlo lo mejor posible y si ha sido un partido un tanto polémico lo que hago es no mirar nada de prensa y aislarme.
El colectivo arbitral ha evolucionado en ese sentido y es más fácil acceder a ustedes ahora que en el pasado. Incluso existe una política de comunicación impensable hace poco.
Nosotros no tenemos nada que esconder y si la gente te conoce de cerca te ve como un deportista más, conoce el esfuerzo que haces y te deja de ver como un bicho raro.
¿Es autocrítico consigo mismo?
Mucho, pero no por el hecho de no haber pitado un penalti que era, por ejemplo, sino porque veo que igual me he colocado mal. Yo sé que me equivocaré, pero lo que te hace mejorar es buscar la mejor posición en el campo para que eso no se produzca. Lo que me gusta analizar es cómo podría haber evitado ese error para que no me vuelva a suceder.
¿El VAR ha hecho más justo el fútbol?
Nadie tiene duda de eso. No es una herramienta efectiva cien por cien, pero resuelve muchas situaciones injustas y de errores. Corrige esas situaciones claras y manifiestas en las que antes te equivocabas y no lo sabías hasta que llegabas al vestuario o a casa.
¿En qué debe mejorar el VAR?
La valoración de su puesta en marcha es buena. Hay jugadas en las que no entra porque está para situaciones claras en las que debe ayudar al árbitro.
¿Ha tardado en llegar?
Ha llegado cuando se ha dispuesto de las posibilidades. Mire, antes se podía dar el caso de que tú no habías visto una situación clara en el campo y cuando llegabas al vestuario te encontrabas 50 mensajes diciéndote que te habías equivocado. Te preguntabas por qué eras el último en saberlo cuando eras quien tenía que tomar esa decisión. En el campo intentas verlo todo, pero en ocasiones te equivocas. Y el VAR es una buena herramienta para que no suceda. Hay que naturalizar el error, pero el de todos: árbitros, jugadores y entrenadores. El fútbol no es perfecto, pero se quiere que el árbitro lo sea. Un jugador ve los errores del árbitro como una agresión a su trabajo y los del jugador se ven como algo normal. Eso hay que normalizarlo.