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El Jabac honró a Manolo Guerrero

A partir de ahora, todos aquellos que visiten las instalaciones del Jabac se encontrarán con un limonero plantado detrás de una de las porterías y un monolito culminado con una placa en homenaje al que fuera secretario del Jabac y delegado de diferentes equipos del cub egarense y del FC Barcelona, Manolo Guerrero López. Como reza la placa, se trata de un reconocimiento a toda una vida dedicada al fútbol base de la ciudad.

Muchos seguramente no sabrán de quien se trata y pensarán que fue un jugador mítico del Jabac, de los que han llegado a Primera División y han levantado Champions y Copas del Mundo como Xavi Hernández o Sergio Busquets. Quizás otros crean que se trataba de un antiguo entrenador o de algún presidente especialmente locuaz.

Pero no. Manolo Guerrero no era nada de eso. O era mucho más que todo eso. Era uno de esos hombres que llevan el fútbol en la sangre y la pasión por los colores de sus dos clubs, el Jabac y el Barça, grabados a fuego en el pecho.

Han pasado ya más de cinco años del día de su muerte, el 16 de enero del año 2014, a la pronta edad de 51 años. Pero el tiempo tarda en hacer que las heridas cicatricen. Fue por eso que en el acto solemne celebrado ayer por la tarde, cuando el sol ya declinaba, en el campo municipal de Can Jofresa, se vertieron muchas lágrimas. Los padres de Manolo Guerrero y sus familiares asistieron a un homenaje que fueron muchos homenajes en uno solo. Ejerció de maestro de ceremonias el amigo, el “hermano” de Manolo, el presidente del Jabac Carles Mota. Fue él quien se dirigió a familiares y amigos para verbalizar lo que muchos ya sabían: su humanidad, su honestidad, su carácter tan tosco como recto, su capacidad de trabajo, su gratitud. Su hermana Aurora dirigió unas emocionadas palabras a los asistentes, que acabaron en llanto también.

Riqui Puig estuvo allí
El acto comenzó con la plantada de un árbol, concretamente un limonero, situado justo al lado de la placa que situará a Manolo dentro de la historia. No de esa historia iluminada por focos, parabienes y abrazos, sino de aquella intrahistoria tejida por personas que como él se desviven por un club, por estar siempre al pie del cañón, por hacer aquellas cosas que no se ven, que no se valoran, por mediar entre los niños y el entrenador, por enseñarles no a jugar sino a vivir, a crecer.

Y uno de esos niños a los que Manolo Guerrero aleccionó y quiso es ya un hombre y ha debutado en el primer equipo del Barça. Se trata del matadeperense Riqui Puig, que al igual que Àlex Collado, que con 13 años se pasaba las tardes viendo fútbol en el campo del Jabac, ni le ha olvidado ni va a olvidarle jamás. Como tampoco lo hará Denis Silva, el entrenador del equipo infantil del FC Barcelona, uno de los muchos equipos en los que Manolo prestó sus servicios como delegado.

Este sentido acto de homenaje póstumo a Manolo Guerrero reunió a más de un centenar de personas en el campo del Jabac. Hubo casi pleno de autoridades políticas, entre las que figuraban la concejal de Deportes Eva Candela, Xavi Matilla y Jordi Ballart, así como excompañeros de Guerrero, entrenadores, jugadores, socios del Jabac y amigos en general. El acto se cerró con la proyección de un audiovisual en el que varios de sus amigos y compañeros le describían y le recordaban. Uno de ellos era el responsable del fútbol base del FC Barcelona Guillermo Amor, con quien Manolo mantenía una estrecha relación tanto laboral como personal.

Tito Vilanova: vidas paralelas
Como se encargó de recordar el presidente del Jabac, Carles Mota, “en su primer año en el Barça, Manolo ejerció de delegado del cadete “B” del Barça, un equipo en el que jugaba gente como Leo Messi, Gerard Piqué o Cesc Fàbregas. Y el entrenador de ese equipo era un señor que se llamaba Tito Vilanova. Curiosidades del destino, llegaron al club en el mismo año y ambos morirían también el mismo año y de la misma enfermedad. Eran dos buenísimas personas”, recalcó Mota. Y añadió: Les recuerdo en las gradas de la Ciutat Esportiva, quizás viendo jugar a Adrià, el hijo de Tito. Ambos sabían que estaban enfermos. Pero hablaban y no se referían a su enfermedad”, señaló.

El presidente del Jabac agradeció en su parlamento el apoyo de la familia y el Ayuntamiento de Terrassa en la organización del homenaje. Y glosó con estas palabras la figura de su amigo: “Manolo era una persona muy seria. No conocía el gris. Para él las cosas eran blancas o negras. Tampoco hacía las cosas a medias. Si las hacía, las hacía bien. Tenía un corazón enorme y era amigo de sus amigos. Muchas cosas de las que todavía se hacen en este club se hacen por que Manolo las hacía. Era duro pero cumplidor. Y sólo tenía una palabra. Si un día te decía una cosa y le preguntabas al cabo de un año te seguía diciendo lo mismo. Yo tuve la suerte y el enorme orgullo de ser su amigo, su hermano y su jefe. Aunque realmente no sabría decir quien mandaba a quien. Llevaba al Jabac en el corazón, igual que el Barça”.

El limonero
“Queremos plantar un árbol para que cuando lo veamos nos acordemos de él. Pero debe ser un árbol que dé frutos. Y como él era una persona ácida, hemos decidido plantar un limonero”, dijo Mota antes de que varios de los asistentes esparcieran tierra y plantaran el limonero. En representación de la familia de Manolo, su hermana Aurora agradeció tantas muestras de apoyo. Y se dirigió, mirando al cielo, a su hermano muerto. “A pesar de que tu vida ha sido corta, has dejado una huella imborrable en todos nosotros. Aunque todos crean que te has ido, no es verdad. Sigues y seguirás entre nosotros”.

Entre los asistentes había compañeros de su época de fútbol sala en el Number One, del San Lorenzo, del Jabac y del Barça. Y quienes no pudieron homenajearlo en directo lo hicieron a través del audiovidual que se proyectó. Fue el caso del ex entrenador del Jabac Jordi Serrano, actualmente en el Amposta. “Para él, la vida era un partido de fútbol. Sabía que siempre había que seguir peleando por un objetivo. Era algo cabezota, pero también razonable”.

El azulgrana Guillermo Amor, con quien tantas aventuras compartió dentro y fuera de los campos, destacaba en las imégenes. “Siempre decimos que los culés sentimos los colores. Y si alguien encarnaba eso era Manolo. Estaba siempre muy pendiente de los chicos y los chicos de él. Era una muy buena persona y un gran profesional.

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