Desde 1911 se publica en Terrassa una revista apenas conocida por el gran público, que no se encuentra en los quioscos, pero muy prestigiosa, y esperada y leída por aficionados e interesados de toda Catalunya por los temas relacionados con la naturaleza, e incluso por la historia y la cultura en general, que saben que, además de informaciones sobre la entidad, cada número presenta artículos inéditos, escritos con gran rigor y muy documentados. Es Arxiu del Centre Excursionista de Terrassa, que acaba de publicar el número 4 de su quinta época: 320 páginas, encuadernadas en formato libro y con lomo, impresas en papel de calidad, con los textos ilustrados con vistosas fotografías.
La lectura de Arxiu del CET siempre nos hace más sabios, y este número nos permite conocer que en el Vallès Occidental existen 338 especies diferentes de coleópteros florícolas, esto es, escarabajos que toman su alimento del polen de las flores, de 176 plantas distintas. Durante los años 2012, 2013 y 2014 el CET puso en mrcha una campaña de recogida de datos para la catalogación de estos bichos, en el marco de un programa de la Institució Catalana d’Història Natural. La revista publica los resultados de un ochenta por ciento del material inventariado, y también explica el proceso de realización del estudio. Incluye la relación de las especies más frecuentes de la comarca (Oxythyrea funesta, Mylabris quadripunctata y Oedemera flavipes la encabezan ) y el descubrimiento de tres de ellas que viven sobre una especie vegetal concreta, el taraje ("tamariu"), "de amplia distribución", y que "no habían sido nunca citadas en el Vallès Occidental"
Egarenses en la cueva del Groc
"¿Qué hace Victor Amela con una bandera carlista en la cueva del Groc?" es el título de un apartado del extenso artículo, más ameno y para todos los públicos que el anterior, que publica Jordi Sebastià Falí. Lo ilustran dos fotografías del conocido periodista y escritos en la cavidad. En 2016, Amela ganó el Premi Ramon Llull de novela con "La filla del capità Groc", protagonizada por el guerrillero carlista Thomas Esteban Joaquín Penarrocha (El Forcall, 1805-Parres de Castellote, 1844), que por el color de sus bigotes recibió el apodo de " el Groc". Y en las diez intensas y apasionantes páginas de su artículo "La cova del Groc, més enllà de la llegenda", Jordi Sebastià explica todo lo posible sobre esta cavidad ubicada en el término de Xiva de Morella, por supuesto así bautizada porque sirvió de escondite al guerrillero; las historias sobre ella que le contaba la gente mayor de este pueblo de veitincinco habitantes, y la biografía del Groc, "luchador indomable, incansable e insobornable", y tan popular como para que en su día le dedicaran versos.
"En pleno siglo XXIel personaje y el mito del Groc continúan despertando la curiosidad y el interés de todas aquellas personas que oyen hablar de él", afirma Sebastià. El ayuntamiento del Forcall organiza regularmente la "Ruta del Groc", desde la población hasta el mas de Torres, ya en Aragón, donde el guerrillero fue asesinado.
Pero, además, Jordi Sebastià acaba de realizar la topografía y la documentación de la cueva del Groc, que no existía. Durante el trabajo de su elaboración se encontró con sorpresas como el vuelo rasante de algunos murciélagos, y un fondo al que únicamente puede bajar un niño "muy valiente, delgado, pequeño y bien entrenado". En 1997 lo hizo su hijo, Gerard Sebastià, con 11 años, debidamento encuerdado, equipado y asegurado, y primera persona de la que se tiene constancia que haya realizado el descenso,. "La sorpresa que se llevó fue mayúscula cuando gritando desaforadamente nos comunicó que el suelo estaba lleno de calaveras. Como que había oído muchas veces las aventuras del bandolero, creyó, seguro, que eran humanas. Cuando se impuso la cordura, utilizando una cuerda adicional, nos ligó uno de los cráneos y pudimos respirar aliviados cuando vimos que era de cabra, y había unos cuantos (el primero aún lo conservamos en casa)". En 2011, su hermano Marc, también entonces con 11 años, realizó un segundo descenso a este fondo de la cueva.
Ficción que era realidad
Mayor sorpresa si cabe se llevó Víctor Amela cuando Jordi Sebastià le invitó a visitar la cueva del Groc. En su novela, "aunque basada en hechos y personajes reales, como es ficción se pone a inventar cosas. Una de ellas, el uso de pañuelos negros para la carlinada, y la otra una cueva del barranco de Xiva que utilizaba el Groc. Y, mira por donde, resulta que ambos elementos eran reales y no lo sabía".
En una firma de ejemplares de "La filla del capità Groc, en Barcelona, una xivatana le dijo al escritor que la cueva existía. Amela no la creyó, pero finalmente llamaron al mayor estudioso de la cavidad (Jordi Sebastià) para que se la enseñara. "Quedamos con él para visitar la cueva y lo encontré entusiasmado, como un niño que no se acabara de creer que aquello era real. Además, llegó muy tarde por la noche y fue a parar al aparcamiento de la cueva del Groc. Aparcó mal dificultando la circulación de los pocos vehículos de Xiva de Morella y, de buena mañana, después de recibir una merecida bronca, los mismos vecinos que lo regañaron salieron de las casas con ejemplares de su novela para que se los firmara. No se lo podía creer. No se imaginaba el impacto de su novela en la comarca".
A punto de descenso, Amela recibió una llamada avisándole de la enfermedad grave de un pariente, y tuvo que marchar. Pero volvió días después, "dispuesto a entrar en la cueva como fuera. Y como no podía ser de otra manera se llevó su pañuelo para inmortalizar los dos hallazgos juntos. A la visita a la cueva se sumó mucha gente".
Sebastià también analiza ensu artículo la abundante bibliografía generada por el Groc, iniciada en 1874 con "La guerra del Groc: memorias de un guerrillero carlista forcallano", que José Bordas Marcoval, yerno y confidente del personaje, escribió en 1874 en la cárcel de Morella mientras cumplía pena por sus acciones.