El sector del taxi sigue en pie de guerra y parece que lo seguirá estando durante mucho tiempo. Estamos a las puertas de lo que puede ser un cambio de concepto de la movilidad hacia una liberalización salvaje del sector que puede tener consecuencias para todos. Es probable que a la hora de regular esta nueva situación se deba tener en cuenta la realidad que dibuja, según hechos consumados, la eventual sustitución de un servicio de transporte de viajeros por otro.
Parece ser que en alguna ciudad norteamericana ya se ha producido esa sustitución. Los VTC han copado el mercado condenando al taxi a su práctica desaparición. El nuevo modelo no está sujeto a ningún tipo de regulación ni de tarifas ni de acceso a la profesión, ni de nada. Son las empresas las que imponen las condiciones en función del marcado por lo que la existencia o no de eventos especiales en las ciudades provoca el aumento o el descenso de las tarifas. Las condiciones de sus trabajadores tampoco parece que sean fijas, sino que una vez que las empresas consiguen copar ese mercado, suelen endurecer esas condiciones.
Es cierto que no podemos dar la espalda a una nueva realidad, pero no perdamos de vista las consecuencias que el cambio de realidad provoca sin regulación: ausencia de regulación de la administración, encarecimiento del servicio y deterioro de las condiciones laborales de los conductores. No debemos olvidar a las personas que han encontrado refugio laboral en los VTC, pero debemos saber a qué nos exponemos en el momento de regularizar el sector. Incluso los propios usuarios de las nuevas plataformas pueden defender la liberalización desde su posición de consumidor, porque en según que circunstancias puede ser decididamente beneficiosa. Es lógico, porque el consumo siempre parte de la preferencia por lo inmediato, sin pensar en pasado mañana.
Por otra parte, las imágenes que se han difundido durante los últimos días sobre las agresiones a vehículos VTC por parte de un grupo de taxistas en Barcelona, no le hacen ningún favor al sector del taxi, que hasta ahora ha gozado de una corriente de opinión relativamente positiva entre la ciudadanía. Los derechos de huelga y manifestación no tienen nada que ver con que unos desalmados la emprendan a golpes de forma salvaje contra vehículos o amenacen de muerte a sus conductores. Era mucho mejor la actitud de la última huelga en la que lo que trascendió fue el transporte gratuito para personas que lo necesitaban.