La oferta genera demanda, al menos, generalmente. Habrá expertos economistas que dirán que no viene a cuento invocar la ley de Say en un sector como el transporte público, pero seguramente se pueden salvar todas las distancias y aplicarla por analogía. En la linea terrassense de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, ese principio ha surtido efecto, y de qué manera. Hubo quien puso en duda que la extraordinaria inversión que se debía realizar en Terrassa con la prolongación de la linea de FGC no iba a alcanzar los niveles de amortización previstos, tanto desde una perspectiva social como también económica.
Los argumentos se centraban en que el servicio ya había alcanzado unos niveles de utilización difícilmente mejorables. Quien utilizaba el coche en el momento de la conclusión de las obras para sus desplazamientos cotidianos a Barcelona, difícilmente cambiaría sus hábitos por tener tres paradas más de tren en la ciudad. Es decir, las distancias en Terrassa no son excesivas y si alguien ya no utilizaba el transporte público es porque no le resultaba conveniente por cualquier razón. Por tanto, se realizaba un gasto en infraestructuras en la ciudad que no tendría retorno o, al menos, no el deseado.
Pues la experiencia ha dicho que los resultados del Metro del Vallès están muy por encima de las previsiones realizadas. La oferta ha generado tal demanda que incluso tiene problemas para absorverla con normalidad. La conselleria de Territori y los responsables de Ferrocarrils son conscientes de la necesidad incluso de mejorar las frecuencias, especialmente en hora punta, aunque se precisaría una nueva e importante inversión. Por tanto, la linea terrassense del metro del Vallès tiene todavía recorrido en cuanto a mejora de su oferta y probablemente eso permita mejorar todavía más los resultados.
Los resultados que hemos publicado hoy demuestran que una buena oferta de transporte público obtiene respuesta por parte de los usuarios y con toda probabilidad ayudaría que Terrassa formase parte de la zona tarifaria 2 en lugar de estar en la zona 3, a la que injustamente se nos ha relegado. Se trata de una discriminación que genera un perjuicio importante a los ciudadanos de Terrassa que no se solventará hasta la implantación de la T-Mobilitat (que viene con retraso evidente), o al menos, eso se prometió desde la Generalitat.