La tradición manda que tras el día de Reyes, que se celebrará mañana, la bacanal de fiestas y celebraciones navideñas y de final de año tenga un epílogo muy especial con el comienzo de las rebajas. Así, este lunes, debería iniciarse un período que permita encontrar la mejor ganga. Debería ser un momento que el comercio utiliza para reducir su stock y que la fiebre consumista enaltece. Buena parte de este precepto ha quedado obsoleto con la libertad que se aplica en las rebajas. El comprador no sabe a ciencia cierta cuándo se inician y cuándo finalizan. Con la Llei de Comerç recurrida al Tribunal Constitucional, el calendario cerrado de rebajas -una pretensión siempre demandada por el pequeño comercio- no existe y son las ventas las que al final se han convertido en el termómetro de las rebajas.
Cuando la demanda cae, muchas veces marcada por la climatología, se realizan campañas de descuentos y promociones que no dejan de ser otra cosa que rebajas. Muchos compradores, con razón, aseguran que éstas se han cronificado a lo largo de todo el año. Es la perversión de una decisión comercial que al final va en contra de los propios instigadores. La continuidad en la promoción desvirtúa estas campañas de descuentos especiales y pierden efectividad.
La cada vez más importante presencia del comercio “on line” también incide en esta prolongación sin principio ni final de las rebajas. Cuando se amplía el plazo también se pierde efectividad y en muchas ocasiones se provoca el enfado, con razón, de los clientes. Además, a finales de noviembre, la locura se ha desatado definitivamente con el “black friday”, una propuesta nacida en Estados Unidos y que ya se ha incorporado definitivamente al calendario comercial más próximo. En muchas ocasiones no sólo son propuestas de un día, sino de una semana. El comprador ha aprovechado esta circunstancia en muchas ocasiones para adelantar las compras de Navidad.
Todo ello provoca que el comercio también deba iniciar antes de la fecha tradicional las rebajas para continuar ofreciendo atractivos a sus clientes. Todo parece indicar que nos encaminamos al final del concepto clásico de rebajas. Ya no hay marcha atrás.