Los directores de los centros escolares de Terrassa se quejaron no hace muchas semanas del problema que estaban sufriendo un buen número de colegios en la ciudad a la hora de asumir los nuevos alumnos de la denominada matrícula viva, que no es otra cosa, que la matriculación fuera del plazo oficial por circunstancias diversas. Las nuevas incorporaciones estaban generando cierta tensión en las aulas al superar las ratios establecidas por normativa. El problema se produce como consecuencia de los recortes que se registraron durante los peores años de la crisis. La reducción de grupos y la afectación sobre las plantillas se deja sentir ahora con el aumento de alumnado.
La solución que ha dado el departamento de Ensenyament ha sido la de crear diversas “aulas bolets”. Se trata de aulas suplementarias que tienen continuidad por si misma, sin que constituyan una linea más. Es decir, el grupo desaparece cuando se cubre la etapa de escolarización ya sea en primaria o en secundaria. Además se han reforzado los equipos de profesorado. La medida viene a paliar la situación en la esperanza de que no se produzca un agravamiento de la situación hasta final de curso.
La situación genera dos certezas. La primera es que Terrassa sigue recibiendo nuevos habitantes y esa realidad sigue generando necesidades, en este caso de plazas escolares. La nueva crisis de la vivienda, la imposibilidad de algunos estratos sociales, cada vez más amplios, de acceder a viviendas de alquiler a precios asequibles y, por supuesto, de propiedad, provoca un éxodo de población en Barcelona y su cinturón de hierro que recala en el Vallès y en el Baix Llobregat.
La segunda certeza es que en ocasiones no sabemos si la reacción de las autoridades se produce de forma tan lenta como consecuencia de que consideran que no pueden hacer frente a los problemas o bien es porque no los han detectado. Cualquiera de los dos casos son difíciles de entender. Si no detectan los problemas es preocupante, por cuanto de lo que se trata es de que los detecten y los solucionen. Si han detectado el problema, pero no reaccionan se puede entender que e porque no se puede o porque no hay recursos, por lo que se hace igualmente difícil entender que se produzca como consecuencia de la presión, en este caso, de los directores y no se haga “de oficio”.