El “Circ de l’any” es una visita ya tradicional y casi obligada para los amantes del circo, con once ediciones a sus espaldas. La asociación Tub d’Assaig 7.70, responsable de la producción, ha elaborado esta vez un cartel cien por cien femenino, en un año de gran visibilidad para la tercera ola del movimiento feminista y con el objeto de demostrar que, en el mundo del circo, también hay también talentos femeninos dignos de reivindicar.
La primera y gran apuesta, en un Centre Cultural casi lleno hasta la bandera, fue la presencia de la clown Cristina Solé, prácticamente la única artista nacional presente en el cartel y la más aplaudida. Solé apareció varias veces, en la presentación, despedida y en los cambios de escenario, como una mujer de la limpieza desganada, despistada, y también muy divertida, que tuvo serios problemas con las bolsas de basura, con un sofá de amplias tragaderas, y con otros elementos de su carro de limpieza que despertaron las continuas risas de un público familiar.
Escenario austero
Fue alternando su papel protagonista con el desfile de artistas de distintas procedencias y representantes de distintos aparatos que actuaron en un escenario austero, y en cuya pantalla los números se distinguieron a través de los cambios de luces. Serena Vione, de origen italiano y especialista en percha china, abrió el turno de las actuaciones ejecutando sus poéticos movimientos con música de canción de autor. La música también tuvo un papel fundamental en el resto de números, con referencias al vals, a la música clásica, a Ry Cooder…
Probablemente la más original y llamativa de las propuestas fue la que presentó la polaca Kari Panska, con su conjunto de hula hoops luminosos con los que ejecutó auténticas piruetas luminosas en el aire.
Las gemelas Yolanda y Rebeca Gutiérrez conforman el dúo de cuerda lisa aragonés que hizo las delicias del público demostrando sus espectaculares y coordinadísimas habilidades en el aire, conjugando precisión con fuerza. Por su parte, Juana Beltrán ejecutó sus casi imposibles verticales y equilibrios aparentando que ello apenas le supusiera esfuerzo. El espectáculo continuó con la también genial suspensión capilar de Marta Camuffi, una bailarina aérea que desde su entrada encima de unos imposibles tacones, aparentando fragilidad, pasó a asombrar a la audiencia con su hermosa y arriesgada danza. Cerró el cartel Audrey Decaillon, con unos malabares entre el acierto y la torpeza.