Esgrimió un pincho, una especie de estilete de madera, y con dicha arma amenazó a la estanquera, primero, y a su compañero, después. El delincuente huyó, pero entre el estanquero y un repartidor que se sumó a la persecución consiguieron retenerlo hasta la llegada de agentes de la Policía Municipal, que detuvo al malhechor. La arrojada decisión del responsable del comercio le pasó factura: el asaltante le asestó un mordisco en la mano. El robo con violencia e intimidación fue perpetrado el viernes al mediodía en la Rambla d’Ègara.
A la 1.45 irrumpió el delincuente en la tienda. No titubeó, lo tenía claro. Corrió directo hacia el mostrador, entró dentro con el pincho en la mano, apremiando a la chica, abre la caja, abre la caja. Vestía un anorak azul y se puso la capucha sobre la cabeza, y una bolsa de plástico hacía las veces de rudimentario pasamontañas.
El responsable del establecimiento estaba en la trastienda, en el almacén. Y vio al encapuchado mientras visionaba la pantalla del sistema de videovigilancia. En el primer instante pensó que se trataba del chico que distribuye tabaco a bares para el estanco, pero pronto se apercibió de que el tipo aquel no era el trabajador.
Era un atracador que se estaba embolsando el dinero de la recaudación. Vio cómo empujaba a su compañera hacia la caja registradora. Y tuvo claro que debía intervenir. Con resolución pero con cautela. No corrió hacia la tienda. Se ocultó tras una cortina.
Llegado el momento, actuó. Quería sorprender al maleante por la espalda. El botón de seguridad para avisar a los cuerpos policiales ya había sido activado. Y el testigo sorprendió al delincuente. Y le propinó empujones para sacarlo del local. El ladrón blandió de nuevo el punzón. Amenazó a la víctima con el arma, que te pincho, que te pincho, le espetó antes de salir a la carrera por la calle de Antoninus Pius.
"¡Al ladrón, al ladrón!", gritó el estanquero al tiempo que comenzaba la persecución. Alguien le echó una mano. Un transportista no dudó en abandonar sus quehaceres en cuanto vio la escena. Se sumó a la persecución.
Tira el dinero en la huida
El fugitivo corrió hacia la calle de Arquimedes con sus dos perseguidores pisándole los talones. Y en la huida fue arrojando el dinero robado, una cantidad que podía rondar los mil euros. En la calle de Arquimedes lo alcanzaron.
Lo tiraron al suelo. El tipo aquel se resistió con fiereza. Lanzó mordiscos. Una dentellada hirió al estanquero en una mano. El repartidor se ocupó de la mano en la que el atracador portaba el punzón mientras el responsable del establecimiento sujetaba el cuerpo del maleante. Y una mujer empezó a recoger el dinero esparcido por el suelo. Y se lo quedó, dice el testigo. "Me dolió mucho", afirma. Llamó la atención a la recogedora de billetes, pero no logró convencerla. Ella se fue con la pasta. Los policías municipales que llegaron a la calle de Arquimedes y detuvieron al atracador sólo pudieron recuperar unos 380 euros del botín. El transportista se marchó con premura. Se había dejado el camión abierto.
El ladrón es de nacionalidad española y, al parecer, tiene unos cuantos antecedentes.