Sin el espanto que sería habitual en otro sitio, un vecino señala algo: “Mira, ahí hay una”. Una rata acaba de salir de su escondrijo de arbustos y se pasea por la acera de la calle de Sant Lluís. Vuelve a su oquedad cuando se acerca un coche, y sale de nuevo en busca de sustento cuando percibe que no hay peligro. El peligro es ella. Y hay unas cuantas como ella, muchas, una barbaridad, en ese lugar, en la plaza de Francesca Llonch, en La Maurina, cerca del linde con Roc Blanc. Vecinos de la zona, hartos, angustiados, han denunciado el esyado de la plaza ante el Ayuntamiento “numerosas veces” y se sienten desatendidos ante una situación que les desborda. La plaza tiene un parque infantil del que se han adueñado los roedores.
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