Terrassa

Ratas en La Maurina

Sin el espanto que sería habitual en otro sitio, un vecino señala algo: “Mira, ahí hay una”. Una rata acaba de salir de su escondrijo de arbustos y se pasea por la acera de la calle de Sant Lluís. Vuelve a su oquedad cuando se acerca un coche, y sale de nuevo en busca de sustento cuando percibe que no hay peligro. El peligro es ella. Y hay unas cuantas como ella, muchas, una barbaridad, en ese lugar, en la plaza de Francesca Llonch, en La Maurina, cerca del linde con Roc Blanc. Vecinos de la zona, hartos, angustiados, han denunciado el esyado de la plaza ante el Ayuntamiento “numerosas veces” y se sienten desatendidos ante una situación que les desborda. La plaza tiene un parque infantil del que se han adueñado los roedores: “Las ratas corretean ante nuestros hijos”, apunta un damnificado.

Amalia, en su panadería-cafetería, La Lluna, ha recogido firmas para demandar una solución urgente al Consistorio. Los afectados llevan recaudadas 135 firmas en unas dos semanas. Quieren sumar esta iniciativa a las muchas emprendidas ya: llamadas, envío de vídeos y fotos.

“Mira, otra”, vuelve a señalar el vecino, casi con indiferencia. Y sale otra rata de los arbustos de la plaza de Francesca Llonch, con entrada desde la calle de Sant Lluís y desde la Ronda de Ponent. “Esta mañana había una muerta aquí, en la calle”, cuenta Amalia. “Esta mañana” es la mañana del martes.

Los vecinos sospechan que el suelo de la plaza, en el sector donde se ubica la vegetación, está horadado y convertido en albergue de madrigueras, en santuario infestado de animales pardos. “¡Si a los jardineros se les hunden los pies!”, exclama Amalia. A algún operario se le han encarado los roedores mientras trabajaba, añade.

“Y de noche las escuchamos. Es un asco”, clama otro vecino. Varias comunidades están alarmadas. Marta reside en la zona desde hace cuarenta años. Vivía allí cuando los descampados y los torrentes caracterizaban esa parte del barrio. Y había ratas, sí, “pero en la riera, dentro”. Marta ha llamado al Ayuntamiento “un montón de veces”. En una ocasión, no hace mucho, su hija debió esperar a entrar en el portal de su domicilio unos cuantos minutos, paralizada por la repugnancia y el miedo, porque había un par de ratas allí, campando a sus anchas en la acera. “Las vemos trepar por los árboles, pasar por encima de los bancos, cruzarse ante los niños”, agrega Amalia.

“Yo veo un montón de ratas por la ventana”, apunta un vecino que reside en el bloque con entrada desde la plaza de francesca Llonch. “Salen de los matojos y se pasean por el parque como si nada. Es una vergüenza. Se cruzan ante los niños”, dice, acompañado de su esposa y su hijo de corta edad.

El matorral tupido está, sobre todo, en el tramo más próximo a la calle de Sant Lluís. Allí se abre una rampa para subir al parque infantil, con juegos para los críos e incluso una mesa de ping-pong. Ese espeso matorral y, se presume, su subsuelo perforado, forman el hábitat de los roedores. Ignasi, vecino de la calle de Sant Lluís, advierte que el problema nació hace más de dos años.

Omar Oller ha remitido una queja al gobierno municipal y a los grupos políticos con representación en el pleno. “Las ratas se han hecho las dueñas del parque y tenemos miedo de que a los niños les pase algo”, indica. “Sólo pedimos una actuación inmediata”, señala. Demandan que el asunto no se alargue, que las respuestas “dejen de ser nulas”, que el Ayuntamiento encuentre una solución.

Eliminar los arbustos
“El parque infantil es un área de esparcimiento que debería ser el lugar ideal para que nuestros hijos se diviertan, jueguen, se relacionen y aprendan”, destaca la misiva, que sugiere la eliminación de los arbustos. “Necesitamos una actuación contundente y no solamente una simple señalización del lugar donde están los nidos”, manifiesta la denuncia, que pone de relieve “la insalubridad” que amenaza a los niños y las condiciones “intolerables” del parque. “A pesar de las numerosas quejas y la falta de voluntad del Consistorio, seguiremos denunciando, incluso ante la Síndica de Greuges”, apunta Oller, para cincluir: “Iremos valorando en cada momento la situación, esperaremos respuestas y no pararemos hasta que obtengamos una solución rotunda”.

El hartazgo por la proliferación de ratas es el principal motivo para la queja en el sector, pero no el único. El vecindario critica también el suelo de buena parte de la plaza. El pavimento es insólito, formado por una especie de espirales de hormigón con huecos que provocan tropiezos. Muchos niños han caído. “Es un pavimento inadecuado e inseguro y debe ser reemplazado”, asevera Omar Oller.

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