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Orgullo en las trincheras

En el fútbol, como en muchas otras disciplinas o materias de la vida, la imagen no lo es todo y es casi imposible vivir de ella. Sin embargo, si hay una palabra que se repitió durante y a la conclusión del derbi, respecto al papel del San Cristóbal, fue este, que la imagen ofrecida había sido muy buena. Pero, por ser un derbi y por enfrentarse al rival ciudadano en un paraje inmenso como es el Camp Olímpic, parecía que ese elogio era como la flor de un día. Y no sería justo que así se considerara.

Y es que el San Cristóbal, con excepciones puntuales, como fue el día de la debacle en el campo del Horta, ofrece, día a día, partido a partido, una imagen soberbia, de compromiso intachable, de competitividad llevada al extremo y de orgullo por estar en la categoría a la que ha llegado. Históricos del fútbol catalán como Europa o Figueres, pueden dar cumplida fe de ello.

El equipo de Oliver Ballabriga juega cada jornada como si defendiera una trinchera, como si fuera el último encuentro de su existencia, y así saltó al terreno de juego, con ilusión pero precavido, con ganas de ganar pero consciente de que nada sería un paseo. Y dio sensaciones de ir a por el partido en un inicio remarcable, en el que el Terrassa FC tuvo que mirar de nuevo la camiseta de sus rivales, posiblemente incrédulo ante lo que estaba padeciendo.

Hassen flirteó con el gol soñado, con un disparo casi letal que habría enmudecido parte del Camp Olímpic que, por cierto, presentaba un ambiente futbolístico de primer orden. El juego de los parroquiales era ordenado, sin apenas fisuras, y hubo alguna llegada más que fue el preludio del resucitar del conjunto local. Era previsible.

Afinar la banda
El Terrassa FC dijo que basta, que ya tocaba afinar la banda y ser el dueño de la sintonía del partido. Y, claro, la calidad de los de Cristian García no se podía desdeñar, pese a que el equipo llegara a esta cita con dudas y malos resultados en el zurrón. Era el turno de responder a las expectativas y ejercer de equipo grande, que es lo que se le presumía. El control, a partir de entonces, cambió de manos y el partido, casi sin quererlo, fue cambiando de color y decantándose hacia el rojo. Depués del rojo, como en una ruleta, llegaría el par, que fueron los dos goles de los locales.

Coro quiso sorprender con un tiro repleto de intenciones y, poco después, Arranz marcó pero su acción fue anulada por presunto fuera de juego. Y, en el umbral del descanso, los locales propinaron dos tarascadas que, a la larga, acabarían siendo determinantes. Primero, una acción de balón parado, en un córner preciso de Coro que Yaya, completamente abandonado de toda vigilancia, cabeceó a placer.

El San Cristóbal tuvo otra llegada, en un barullo tras un córner que Álex Alba no pudo culminar con premio. Y, de inmediato, una pérdida absurda del San Cristóbal en una zona aparentemente apacible, supuso un contraataque rápido que acabaría coronando Carreón, el mejor del conjunto de Cristian García, después de un rechace del portero Dani Lledó tras tiro de Daisuke, otro incordio en ataque.

Con el 2 a 0, tal vez un resultado excesivo, los dos equipos enfilaron hacia los vestuarios para el pertinente lapso de descanso. En la segunda mitad, el partido fue diferente, nada que ver con la primera, algo lógico puesto que el escenario ya no era el mismo. Los dos goles habían transportado el derbi hacia otra dimensión.

El San Cristóbal, no obstante, no se desarregló. Cierto es que no presionó con la misma intensidad que en la primera fase del primer tiempo, pero también es real que no perdió la cara al encuentro y siguió pendiente de su trinchera con las mismas armas. La intensidad, vino y se fue, pero el equipo tuvo la habilidad de no notar con desespero la avería que le había provocado los arañazos de Yaya y Carreón.

Menos oportunidades
El balance de ocasiones de gol fue un puro espejismo en estos segundo 45 minutos. El Terrassa FC apenas chutó y volvió a ver como se le anulaba un gol a Serramitja, por un fuera de juego más que cristalino. El conjunto de Ballabriga tampoco llegó a inquietar mucho a Ortega, apenas con un remate de cabeza de Hassen.

Entraron para ver si algo variaba el debutante Danny Elliott, que mostró maneras y probó fortuna con una falta, Tom y Cabrera, que acabaría dando el pase de gol a Álex Alba, en la última acción de un derbi que, si por algo destacó, fue por la corrección de todos.

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