La pasión por una confrontación futbolística largamente esperada entre los dos primeros equipos de la ciudad llevó a más de 1.500 almas a desafiar la lluvia y el frío y reunirse en un Camp Olímpic que hacía tiempo que no albergaba un duelo con tantas pasiones en juego. Además de los incondicionales del Terrassa, la tribuna del estadio acogió a seguidores del San Cristóbal, un equipo que cuando los rojillos transitaban por la categoría de plata del fútbol español vivía las penurias del fútbol regional.
El sábado, las fuerzas estaban igualadas, tanto en el césped como en la grada. Y el espectáculo que brindó el público fue magnífico, sin mácula ni incidentes de ningún tipo. Los aficionados de ambos conjuntos asistieron mezclados, aunque con obvia superioridad local, a un derbi que llevaban más de un cuarto de siglo esperando. Perdieron los de Ca n’Anglada, pero se fueron a casa encantados de haber dado guerra al Terrassa.
La tribuna del Camp Olímpic lucía una de sus mejores galas. La tensión se masticaba en el ambiente, especialmente en la cara de los aficionados que más interpelados se sentían por una puesta en escena poco habitual. Fue una noche fría en lo climatológico, aunque sin la anunciada lluvia, pero tremendamente encendida en los corazones de los aficionados. Muchos de ellos tenían el corazón partido, como el expresidente del San Cristóbal Paco Ramos, un asiduo de la tribuna del Olímpic, a quien se le hacía extraño ver frente a frente a dos de sus equipos. Reconocía con la boca pequeña que iba con el San Cristóbal. Suele ver el partido junto a su hijo Sergi, pero el sábado lo presenció solo, ya que Sergi animaba al conjunto parroquial desde la derecha de la tribuna junto a su grupo de animación, una Penya Guiri que se hizo sentir muchísimo, por momentos más que los aficionados terrassistas, cuyo sector más animado cantaba y saltaba en el otro extremo de la tribuna.
Joaquín, el socio número 3
Con cara de pocos amigos, Joaquín Valverde, de 73 años, un acérrimo seguidor del San Cristóbal, de los que no se pierde un partido desde hace décadas, contemplaba el espectáculo con cara de pocos amigos. "Me ha sentado mal que pitaran al San Cristóbal cuando ha salido a calentar. No sé que tendrá esta gente contra el San Cristóbal. Yo fui socio del Terrassa durante muchos años, pero ya no lo soy. Yo de corazón dividido nada. Yo soy del San Cristóbal y voy con el San Cristóbal. A mi edad no voy a cambiar ahora de colores. Digo yo. Soy socio desde hace más de medio siglo, desde el año 1959", explica el socio número 3 del San Cristóbal.
Siguiendo con los corazones partidos, el exfutbolista del Terrassa Xavi Boniquet, actualmente en el Badalona, seguía el duelo con interés desde la parte baja de la tribuna. "Yo he jugado en el Terrassa y quiero que gane el Terrassa. Tengo amigos en el equipo, como Ortega, Cesc Clotet, Coro o Àlex Fernández. Pero también me hace ilusión ver como el San Cristóbal está plantando cara. Me alegro por gente como Andreu o Marc Vilajosana, que fueron también compañeros y son amigos", explicaba sin perder detalle de cuanto acontecía sobre el terreno de juego.
El expresidente del San Cristóbal Plàcid Lordán tampoco quiso perderse el derbi, sentado cerca de una familia que preparaba la llegada del descanso con una bolsa con los colores del Terrassa repleta de bocadillos y bebidas. Uno de los hijos se levantaba para increpar al entrenador visitante, un Oliver Ballabriga que, lejos de escucharle, corregía la posición de su línea defensiva. Era antes de que llegara el primer gol.
No demasiado lejos, Jesús Ballabriga, el padre del técnico parroquial sufría. Como sufre en todos los partidos que dirige su hijo. "Cada semana voy a los partidos, tanto en casa como fuera. Además de que mi hijo es el entrenador, me encanta como juega este San Cristóbal. Nadie se esperaba lo que está consiguiendo en Tercera División. En este derbi están demostrando que son capaces de plantar cara y generar ocasiones. Estoy seguro de que aguantarán tranquilamente la categoría", señala Jesús, que añade: "Oliver se lo toma como si jugáramos con cualquier otro equipo. Pero la semana ha sido especial para él, que no está acostumbrado a conceder tantas entrevistas. Se ha vivido un ambiente muy bonito, la verdad". Jesús, que jugó en el Sant Cugat y entrenó al cadete del Rubí, reconoce que habla muy poco de fútbol con su hijo.
Un palco repleto
En el palco de autoridades nadie quiso perderse esta reedición del derbi. El alcalde de Terrassa, Alfredo Vega, presidió el encuentro junto a los dos presidentes, Jordi Cuesta (Terrassa FC) y Miguel Ángel Moreno (San Cristóbal). Además de los habituales representantes de los diferentes grupos políticos del consistorio y de exjugadores y técnicos, presenció también el encuentro el recién elegido presidente de la Federació Catalana de Futbol, Joan Soteras, que comentaba algunos lances del juego con el alcalde Alfredo Vega, gran aficionado.
Entre los presidentes, los nervios iban por dentro. Cuesta sufrió durante el primer cuarto de hora con las dos ocasiones claras de las que dispuso el San Cristóbal. Pero luego llegaron los dos goles antes del descanso y su rostró recuperó la sonrisa. Moreno, por su parte, asistía al choque impertérrito, guardando el protocolo más allá incluso de lo estrictamente necesario. Por dentro recordaba esas frías tardes de invierno que ha pasado no hace tanto con sus compañeros de junta en Primera Catalana. Su rostro, como el de Joan Masana, transmitían la ilusión de quienes saben que están haciendo algo grande.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada se vivió con el homenaje que la directiva del Terrassa rindió a Jaime Nieto Rodríguez (Alcalá de Guadaira, 13 de mayo de 1948 – Sevilla, 1 de octubre de 2018). Este gran líbero fue uno de los futbolistas con más clase y más queridos de toda la historia del club. Falleció en Sevilla el pasado 1 de octubre a los 70 años.
La clase del líbero
Jugaba como líbero en el Terrassa de la década de los setenta (del 72 al 80) y se marchó después al Europa, el Sevilla y el Recreativo de Huelva. El toque, la clase y la elegancia le distinguían en un equipo en que coincidió con Bio, Capó, Valdés, Sanjuán, Vallespir, Carrascosa y Clotet. Uno de sus grandes amigos era el masajista Josep García Toral, que falleció hace unos años.
Sólo para asistir al homenaje, su vuida María del Águila García y sus tres hijos, Jaime, Emma y Raquel, se trasladaron de Sevilla a Terrassa. La jornada fue más que especial para ellos. Su hijo Jaime dijo: "Sabía que mi padre era un futbolista muy querido aquí, pero viendo este gran homenaje lo he reafirmado. Siempre me contaba lo mucho que disfrutaba de la ciudad y de sus amigos. Más que el dinero, le satisfacía el cariño de la afición y los compañeros. Le hubiera encantado estar aquí. No ha podido. Por eso hemos venido desde Sevilla los familiares que hemos podido para dejar algo de él aquí. Es la despedida que él hubiera querido", explica su hijo, de 39 años, que igual que su hermana Raquel nació en Terrassa en 1979. Las cenizas de su padre se esparcieron por el campo.