La cocina creativa y la arquitectura avanzada han puesto el ojo en la Masia Freixa, una de las joyas del modernismo local y edificio icónico de la ciudad. Un proyecto del chef Carles Tejedor y del arquitecto Jon Tugores para convertir el edificio en un laboratorio gastronómico de última generación, con restaurante, pop-ups donde se testen nuevas creaciones y un árbol hipertecnológico ha sido finalista en los Advanced Arquitecture Awards 2018. La idea ha sido seleccionada en la categoría de proyectos de arquitectura digital avanzada y construcción 4.0.
La idea responde al interés del gobierno del exalcalde Pere Navarro de explorar la posibilidad de que una actividad de valor añadido y abierta al público permitiera garantizar la rehabilitación y conservación del edificio modernista. En 2012 "nos pidieron que sugiriéramos ideas y conseguimos presentar un proyecto innovador y sostenible, una propuesta que acerca la ciudad a la Masia Freixa y que abre la masía a la ciudad", explica el cocinero Carles Tejedor.
Durante los últimos cinco años, el proyecto ha ido madurando en lo empresarial y proyectándose en certámenes arquitectónicos, a la espera de que la administración decida si convoca un concurso de ideas y de explotación de la Masia Freixa, en la que el tándem Tejedor -Tugores competiría con el resto de candidatos.
Proyecto integral
La reforma reconocida por los Premios Nacionales de Arquitectura Avanzada 2018 plantea ubicar en la cúpula de la Masia Freixa la zona creativa, el lugar donde el chef Carles Tejedor y sus colaboradores trabajarán en la experimentación y creación de nuevos platos y proyectos. La planta intermedia acogería los vestuarios y la planta baja se convertiría en un gran espacio gastronómico abierto a la ciudadanía.
En la actual sala de actos, de cara a la era, se situarían un restaurante y una cocina móvil que podrían desplazarse también al exterior. En la fachada sur se habilitaría un gran espacio polivalente dividido en tres locales que funcionarían como "pop ups" o tiendas fugaces, donde se testarían platos de pescado, comida para llevar o dulcería. Los creadores venderían sus productos al público a precios de mercado probando así la respuesta del consumidor a las nuevas creaciones.
La zona del edificio más próxima a la plaza Freixa i Argemí se destinaría a espacio docente y como zona de venta de productos.
El proyecto, que cuenta con una exahustivo estudio de mercado y económico que prueban su rentabilidad, va acompañado de una propuesta arquitectónica integral.
La reforma respeta la fachada, la estructura y los elementos interiores de la Masia Freixa y propone la eliminación de algunos tabiques para encajar la nueva actividad. "Una vez cerrado, el edificio se vería tal como es", explica Jon Tugores, que en la redacción del proyecto colaboró con el arquitecto Marc Armengol, hoy teniente de alcalde de Territorio y Sostenibilidad.
La Masia Freixa incorporaría un nuevo pavimento interior y un falso techo térmico que garantizaría la iluminación, la refrigeración y la renovación del aire de todas las estancias. El edificio abriría todas sus puertas al exterior, tanto el acceso actual como el portalón que da a la era y las puertas de la fachada sur, que comunicarían con los pop-up. El edificio se dotaría de señal wifi y de un sistema de datos que permitirá a los clientes interaccionar.
"La propuesta arquitectónica respeta las limitaciones de la masía como edificio protegido y en su momento comprobamos que cumplía los requisitos municipales y también el de Patrimoni de la Generalitat", explica Tugores.
Cinco años después de su creación, el proyecto es en una realidad de la mano de la empresa Oil Motion Design Cook de Carles Tejedor. "No es una caja de pruebas. Ya funciona y nos encantaría que en un futuro fuera en la Masia Freixa".