Empieza un nuevo curso escolar. Y me gustaría destacar el importantísimo papel del profesorado en la formación de nuestros alumnos. Pero, ¿cómo se gana el profesor su autoridad?
Nos encontramos ante la dicotomía de la "auctoritas" versus "potestas". Ambas palabras provienen del latín y las podríamos situar en el origen de autoridad. Pero no son sinónimas, más bien podríamos decir que se contraponen.
Llevando ambos conceptos a la labor del profesorado, es importante que se transmita a los alumnos que el profesor posee la "auctoritas". Esto significa que el profesor se gana el respeto por su labor realizada, por el valor que se da a la persona que transmite esa autoridad a través de su propia forma de desenvolverse en el aula, y sin necesidad de una autoridad impuesta de forma coercitiva.
No es conveniente que la percepción de nuestros alumnos respecto a sus profesores se base en la "potestas". Ésta se remite a que el profesor tiene el poder porque sí, basado en una norma impuesta, y que además tiene todo el poder coercitivo para imponerse ante los alumnos.
Conociendo de cerca el mundo escolar, especialmente la escuela pública, puedo decir que tenemos un profesorado lo suficientemente formado como para transmitir en su trabajo diario la "auctoritas" y no la "potestas".
Pero también debo indicar que, salvo excepciones, generalmente los alumnos son respetuosos con el profesorado. No es de justicia ni riguroso decir que tenemos un alumnado maleducado y que no respeta a sus profesores.
Es importante encontrar el equilibrio entre la "auctoritas" del profesor y la motivación de los alumnos para aprender de ellos.
Existen, desde hace años, en el sistema educativo, planes integrales de mejora de la convivencia escolar, observatorios, protocolos, departamentos de orientación, equipos de mediación y tratamiento de conflictos… que hacen que este equilibrio sea posible.
Y es justo reconocerles a todos estos profesionales la gran labor social que realizan.
* El autor es profesor y abogado
