En los últimos cinco días la plaza del Vapor Ventalló ha sido un espacio de recuperación y (re)descubrimiento de los juegos tradicionales, de las sensaciones que supone compartir su práctica, al aire libre de estas postreras tardes de verano, y también de las empatías que generan entre los jugadores. Alguien habrá podido experimentar en la "2ª Setmana de Jocs al Carrer" la reminiscencia o la nostalgia de un tiempo pasado, ese paraíso perdido en el que los niños jugaban alegremente en calles sin coches ni peligros, (y también, con jóvenes y mayores, en casa o en entidades, a otros juegos) pero percibiendo el buen ambiente y el interés generado por esta iniciativa organizada por Amics de les Arts, el Centre Excursionista de Terrassa, Vet Aquí Que y Tocajoc/Miqui Giménez más bien parece que el "tiempo perdido" es el que pasamos ante tanta pantalla, y el futuro lleno de sentido, en una sociedad más rehumanizada y menos competitiva, pasar por volver a competir en las "bitlles", los mankala, el "shove ha’penny", el alquerc, el "passe trappé", el "pitchcar", tantos juegos catalanes o foráneos que estos días se han aprendido y jugado en nuestra ciudad.
Un juego muy popular en la postguerra
El fútbol de botones, que fue el "invitado especial" de la jornada del jueves, reveló, por ejemplo, sus enormes posibilidades lúdicas y competitivas. Enric Albaladejo, de Button Maker, instaló tres mesas de este juego "intrínsecamente catalán, que se jugaba mucho en la postguerra, y iba pasando de padres a hijos, pero que se había perdido", nos explicó este auténtico experto. Un producto del ingenio de los niños sin juguetes. "Cuando las criaturas no tenían nada con que jugar, porque no había dinero, lo hacían con lo que encontraban. Y antes, todo el mundo tenía en casa botones (ahora son más caros y diferentes). Ya antes de las videoconsolas, en los años sesenta, el fútbol de botones desapareció porque se veía como un juego de pobres."
Enric Albaladejo tuvo la suerte de que su padre, de niño, había jugado, en en colegio, y enseñó a sus hijos, con botones que compraban en mercerías. "Viendo que podía gustar mucho a los chicos de hoy en día, lo modernicé un poco, y comencé a difundirlo." Así nació Button Maker, empresa barcelonesa dedicada al ocio familiar, que ahora organiza una amplia variedad de juegos tradicionales y de mesa en espacios públicos, festivales, fiestas y colegios.
En la plaza del Vapor Ventalló, Button Maker montó tres mesas de fútbol de botones. "Podían ser la mesa de casa, o la puerta de un armario que está para tirar. En realidad es un juego de mesa que puede realizarse en cualquier lugar." Se juega con once botones por equipo, que han de ser lisos, como eran antes los de las abuelas, para impulsarlos con un tirador. La "pelota" es un botón de camisa. Con el tirador das movimiento a la "pelota", y mientras toque un botón de tu equipo, y por lo tanto hagas un pase, puedes seguir chutando. Cuando ello no sucede, pasa la acción al "equipo" contrario.
"El fútbol de botones es un juego de habilidad, de concentración. Precisa mucha motricidad fina en los dedos a la hora de lanzar, y por ello resulta un tanto parecido al billar. Si coges la forma de utilizar bien el tirador, aprendersrápido." Albadalejo enseñaba las reglas y animaba a practicar a cualquiera que quisiera. Y hubo muchos partidas (o partidos).
La recuperación del fútbol de botones ya es un hecho, y existen en Catalunya seis asociaciones, cada una de las cuales tiene su propia liga. Una vez al año celebran una liga de campeones. En Terrassa existen jugadores, pero que se desplazan a Barcelona para jugar. "El día que surja en Terrassa gente interesada en crear una asociación, podemos montar un tablero en cualquier entidad o local social." Más curiosidades sobre el fútbol de botones. También se juega en Brasil, donde está reconocido como deporte. Y menos, pero también en Hungría, Polonia, y otros paises de la Europa del Este, "porque después de la Guerra Civil, muchos refugiados se instalaron allá y transmitieron el fútbol de botones a sus habitantes".
Una amplia variedad de propuestas
La "Setmana de Jocs al Carrer" también ha permitido degustar el ambiente de las tavernas británicos con su tradicional "shove ha’penny". Aquí has de tirar una ficha para que quede entre dos líneas. Si cae encima de una de ellas, el próximo jugador la puede mover al espacio entre las líneas y ganarlas. Es un juego que trajo el lunes, con otros, la Companyia de Jocs l’Anònima, cuyo lema es "Memòria lúdica", y que afirma que, de alguna manera, "somos lo que jugamos". El martes, Lluís Pinyot presentó los juegos africanos de mankala o aualé, y ayer el propio Miqui Giménez lo hizo con los danzados y musicados y de cucaña. Y otros muchos juegos han podido montarse gracias a la labor de voluntarios. "No son dificiles. Miqui Giménez nos los explicó y nosotros lo hacemos a quién desee practicarlos", nos comentó Josep Carreño, que ya fue voluntario el pasado año. Ainoa Amate, otra voluntaria, nos enseñó el sjoelback, e incluso logramos introducir algunas fichas en los compartimentos.
El jueves, la lluvia obligó a acabar antes de tiempo los juegos de la zona superior de la plaza (el circuito con cochecito de madera, las "bitlles", la petanca), pero por la noche no fue obstáculo para celebrar la "Nit de jocs", con juego de mesa y público en su mayor parte adulto. Asimismo, cada jornada se ha cerrado con quince minutos de cuentos explicados por los miembros de Vet Aquí Que.