Terrassa

Una explosión que obligó a la célula a improvisar la matanza del 17-A

La alcaldesa Martínez opina lo que opinan muchos: los atentados de Barcelona cayeron en el olvido muy pronto. En las últimas semanas, con la conmemoración del aniversario al caer y el conocimiento de parte del sumario, vuelve a hablarse de aquello con cierta asiduidad.

Varios medios han desgranado en los últimos días noticias sobre la formación de la célula terrorista, impulsada por el imán salafista de Ripoll, sobre el proceso de captación de la decena de jóvenes agrupados por la idea de matar a infieles, sobre la explosión en la casa de Alcanar que saltó por los aires pocas horas antes de los atentados y en la que los asesinos preparaban explosivos para provocar masacres: se investiga si pensaban atacar en el Camp Nou durante un Barcelona-Betis o en la Sagrada Família. Incluso en discotecas. Al parecer, quisieron alquilar un camión pero no disponían del carné necesario.

La explosión de Alcanar se llevó por delante la vida del imán y de otra persona, e hirió a otro miembro del grupo. Y obligó al comando a improvisar: en Las Ramblas, en Cambrils. Mataron a dieciséis personas en Barcelona, a una en Cambrils. Seis terroristas fueron abatidos, incluido el conductor de la Fiat Talento que arrolló a la multitud aquel aciago 17 de agosto.

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