Finalizados los tradicionales casales de verano que se llevan a cabo durante el mes de julio, el Ayuntamiento de Terrassa puso en marcha ayer el dispositivo especial de agosto. Un total de 190 niños y adolescentes de entre 3 y 16 se beneficiarán de esta iniciativa que llega a la sexta edición.
El dispositivo socioeducativo se desarrollará hasta el 31 de agosto, en horario de nueve de la mañana a tres de la tarde, incluyendo desayuno y almuerzo para los niños y jóvenes inscritos. Así, los casales de agosto garantizan que los más pequeños de la ciudad en situación de vulnerabilidad puedan cubrir sus necesidades alimentarias durante todo el mes. Además, se potencia el ocio educativo con talleres, juegos, salidas, piscina y otras actividades de refuerzo educativo, desde una perspectiva normalizadora e integradora.
El Consistorio lleva a cabo el programa junto a cuatro entidades de ocio infantil de la ciudad, las mismas que el año pasado: el Grup Colònies de Ca n’Anglada y los esplais de Can Parellada, La Fàbrica e INSOC Guadalhorce.
Perfil diverso
“Este año tenemos a 50 usuarios inscritos, de 3 a 14 años. Están divididos en cuatro grupos según la edad. Somos diez monitores”, explica Ximena Utrera, responsable del casal de esta última entidad, que colabora en este dispositivo especial desde hace seis años. “Hay niños que también participaron en el casal de julio. Algunos son usuarios del esplai durante todo el año pero también hay quien sólo viene en agosto”, señala la monitora.
“La mayoría son niños en riesgo de exclusión social pero hay de todo. Vienen de toda la ciudad. Tenemos niños que pertenecen a familias tanto autóctonas como inmigrantes”, indica Utrera.
Todos ellos llegan a las nueve al local de la entidad, donde desayunan. Después, los mayores se trasladan al Casal Cívic de Can Palet II ya que en el local del INSOC Guadalhorce no hay espacio para todos. “Empezamos con refuerzo escolar. Los mayores suelen tener deberes de verano; los más pequeños trabajan estos temas a través de juegos, cuentos, títeres…”, indica la responsable del casal. “Después salimos al parque, hacemos juegos, talleres, manualidades…”, añade.
A las doce y medía, los más pequeños empiezan a poner la mesa y a la una menos cuarto comen. Los mayores llegan un poco más tarde. Después del almuerzo, “tienen un rato para estar tranquilos y relajados”. “Los pequeños salen al parque. A veces ponemos películas o jugamos a las cartas”, cuenta la monitora, que destaca la importancia de este programa. “Hay familias que necesitan este espacio. Algunas se quitan un peso de encima al saber que sus hijos reciben aquí dos comidas diarias. Es una gran ayuda”, opina Utrera.
Plazas abiertas
De las 190 plazas que aglutinan los cuatro casales, 140 están cubiertas por niños derivados por los servicios sociales municipales, que cubren el 100% del coste de su plaza. El resto corresponden a plazas abiertas. Y es que tres de los cuatro casales ofrecen un total de 50 plazas disponibles para toda la ciudadanía, con el objetivo de que otros niños puedan inscribirse al programa aunque no sean usuarios de los servicios sociales o no estén vinculados a las entidades de ocio organizadoras.
De esta forma, se quiere potenciar la inclusión y tener espacios de ocio normalizadores e integradores. En este caso, el Ayuntamiento también financia una parte del coste de estas plazas.