Fèlix Rossy Quintet
Desde que abriera la Nova Jazz Cava, han sido ya varias las generaciones de músicos que han pasado por su escenario, algunos de ellos incluso desde bien pequeños. Ese es el caso de Fèlix Rossy, hijo de Jorge Rossy, sobrino de Mario y de Mercè Rossy (esta última fallecida prematuramente a los 34 años, en 1995) y una de las más sólidas promesas del jazz desde que era adolescente.
Fèlix Rossy debutó en el escenario principal de la Cava en 2008, con tan sólo 12 años, y desde entonces ha mostrado la evolución de su indiscutible talento volviendo a este escenario tanto en el seno de proyectos con acento internacional como al lado de músicos de primerísima línea, como el pianista Marco Mezquida.
También le vimos, a veces, como público, ensimismado y concentrado al lado de su padre, en conciertos de altos vuelos, y haciendo gala de una melomanía incipiente, que sin duda vuelve a emerger en los repertorios de sus propios proyectos.
El de Terrassa fue el primer concierto del músico al frente de su nuevo quinteto (el debut debía haber sido el día anterior, pero el retraso en un vuelo lo impidió y se tuvo que buscar una sustitución de última hora para su contrabajista), un estreno que además coincidió con el cierre de la programación del "Jazz a la fresca."
Apenas unas decenas de personas (las fechas veraniegas siempre son difíciles) fueron testigo de la profundidad, cohesión, complicidad y espontaneidad que ya ostenta este combo de músicos muy jóvenes a los que les une su gran calidad. Juntos exploran por un conjunto de temas propios, estándares y revisiones prácticamente irreconocibles de temas no jazzísticos, interpretados con dominio y delicadeza.
Quizá fuera este último adjetivo el que más describe la personalidad de este quinteto, que elige el tiento antes que la personalidad, la emocionalidad antes que la furia o la fogosidad. A través de los temas que Rossy le dedica a sus musas, la cantautora Núria Graham ("Vall de Núria") o su propia madre (presente en la sala, a la que le dedica "One for Anna"), o incluso mediante sus revisiones de temas como "Dance Cadaverous", "Yesterdays" o "When Sunny Gets Blue", el músico logra exportar a escena casi una filosofía vital, la marca de la delicadeza y la admiración, de la buena letra.
Jóvenes y grandes
El blues y el espíritu del swing marcaron a estos músicos, al unísono, sin que pese a su juventud aflorara la candidez, sino más bien la sabiduría. El quinteto aúna todo tipo de influencias, de Wayne Shorter, de Miles Davis, y aprovecha con destreza la simbiosis entre la trompeta y el trombón, que conjuntamente brindan instantes de gran belleza, cuando no de pletórica comunión.
Fue, en suma, el cierre de lujo a una temporada estable de jazz que ayuda a consagrar, como en este caso, a músicos llamados a liderar el jazz de nuestro país en un futuro muy próximo.