La última gran escenografía política de este curso, el pleno municipal de julio, reservó un enfrentamiento intenso y que no tuvo en la municipalización del servicio del agua su gran batalla, como algunos podían imaginar. La creación de la nueva figura de portavoz de la oposición a tiempo parcial fue el detonante de las principales dentelladas en una calurosa sesión. La puesta en marcha de “este traje a medida para Xavier Matilla”, según denunciaron Ciudadanos y PP, provocó los principales cuerpo a cuerpo en una arena política en la que se miró hacia atrás para ajustar cuentas. La cuestión es tan simple como también antigua. Regular las retribuciones y contraprestaciones a todas aquellas personas que dedican buena parte de su tiempo a desarrollar una labor municipal. Desde 2015 que habían quedado aparcadas las retribuciones de la oposición. Tampoco se solucionó en el pleno del jueves, pero se avanzó en un camino en que todos esperan debatir, porque a todos les interesa (aquí nadie se puede esconder) allá por el mes de octubre, cuando baje la canícula.
Todo se avivó con la propuesta de que el portavoz de Terrassa en Comú, Xavier Matilla, estrene la condición de portavoz de la oposición a tiempo parcial. El líder de TeC deja su despacho como arquitecto y su cotización como autónomo para dedicarse por completo a la política, pero pidió poder seguir impartiendo tres horas como profesor asociado en la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura. La situación era incompatible con la figura de portavoz a dedicación exclusiva, que ya existe. De este modo nació esta nueva propuesta que ratificaron PSC, TeC, ERC-MES y CUP. Es una forma de que los políticos puedan mantener de algún modo su relación con su profesión. Es evidente que el hecho de que un profesional que se dedica a la política no pierda contacto con su realidad laboral es positivo. También es fundamental que se remunere como se debe a todas las personas que dan su paso al ámbito público y que éste no sea un freno para los que trabajan en la empresa privada. Todo ello no evita que las críticas hacia la creación de esta figura, a menos de un año para las próximas municipales, generen polémica y, además, cuando TeC y el PSC firmaron su colaboración en la comisión estratégica sobre el futuro de Terrassa, un proyecto del que todavía no se han obtenido frutos tangibles. Un cierre “calentito”.