A la tercera, la detención. Fue mucho el cántaro a la fuente. Policías municipales identificaron al viernes a un individuo por el alboroto que armaba a medianoche. Estaba muy ebrio, pero no quiso la ayuda médica propuesta, que a lo mejor le hubiese ahorrado el posterior percance. Veinte minutos después, unos agentes intervinieron con él por similar motivo. Y una hora más tarde, lo detuvieron: estaba tirando contenedores y cortando una calle.
Empezó el follón a eso de las 00.15 en la calle de Jacint Elías, en el barrio de Ca n’Anglada, cuando un vecino telefoneó a la Policía Municipal para dar cuenta de los incidentes provocados por un sujeto que caminaba por mitad de la calle y paraba los vehículos.
Unos guardias lo identificaron: era un tipo con antecedentes y unas cuantas identificaciones policiales. El individuo, en evidente estado de embriaguez, declinó ser asistido por personal sanitario y mostró una actitud violenta con los policías. Estos, sin embargo, lo pudieron calmar y se marcharon.
No bien pasaron veinte minutos cuando la central policial recibió otra alerta: era una queja porque alguien estaba poniendo música a un volumen muy alto.
Otra vez los agentes encontraron al causante del alboroto primero, y otra vez le instaron a deponer su actitud. La depuso, al menos de forma transitoria, y se dirigió a la Plaça Catalunya.
El mismo
Pero ahí no acabó todo. La cosa pasó de castaño oscuro una hora después. Una llamada informó a la policía de que un individuo estaba moviendo contenedores de basuras y los vaciaba en la calzada. Por supuesto, era el mismo sujeto de las incidencias anteriores. Unos agentes lo vieron cortando una calle con los contenedores y los residuos vertidos.
Esta vez, la última, la intervención concluyó con la detención del sospechoso, que no quiso obedecer a los guardias y retornó a su actitud violenta. Y fue directo a los calabozos. Está acusado de desobediencia y de un delito contra la seguridad del tráfico.
