Opinió

Diplomacia

Se dice que si un diplomático dice sí, es tal vez; que si dice, tal vez, es que no y que si dice no, es que no es diplomático. Pues en ese marco se puede centrar la reunión de ayer entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del del Govern, Joaquim Torra. Ambas partes catalogaron la reunión de franca y sincera e incluso de cordial. La imagen que transmitieron ambos políticos fue la de normalidad en las relaciones e incluso se comprometieron a recuperar, por ejemplo, la comisión bilateral e incluso reconsiderar algunos recursos de inconstitucionalidad que presentó el Partido Popular contra una cantidad importante de leyes que no tenían nada que ver con el independentismo. En resumen, que se intentó transmitir una imagen de absoluta corrección en las formas, pero lo importante es comprobar cómo se gestiona el fondo.

Par Joaquim Torra es un paso esperanzador el hecho de que se puedan normalizar las relaciones y de que se pueda "hablar de todo" en las reuniones entre los presidentes. Incluso los representantes de partidos como Esquerra, PDECat y PSC valoraron los gestos. No obstante, si entramos en el fondo de la cuestión volvemos a estar donde al principio. Para el Govern de la Generalitat, la declaración de independencia ya está hecha y la única cosa que en ese sentido se puede discutir es la organización de un referéndum de autodeterminación pactado. La respuesta a ello es un "no hay margen".

El otro gran asunto es el de los presos del procés, presos políticos según el Govern. La respuesta sobre la situación de los políticos catalanes es que no hay margen a la negociación fuera del ámbito judicial. El acercamiento a Catalunya no puede considerarse un gesto más allá del momento puesto que se trata de cumplir con la norma en el momento en que la instrucción se da por acabada.

Por tanto, una cosa es que se pueda hablar de todo y otra cosa es que esa conversación lleve a algún sitio. La incógnita está en cual va a ser la actitud del Govern y su nuevo presidente cuando de esta nueva relación se deduzca que no hay más que negociar cuestiones como financiación, transferencias de competencias, infraestructuras, etcétera. Asuntos todos ellos de extraordinaria importancia, pero que entrarían dentro de lo negociable desde la normal relación entre el gobierno central y el autonómico, escenario del que no se saldrá el Gobierno de Pedro Sánchez.

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