El vicepresiente de Òmnium Cultural y actual cabeza visible de la entidad (debido a que el presidente, Jordi Cuixart, está encarcelado), Marcel Mauri, visitó Terrassa para asistir a la entrega de los Premis de la Nit del Misteri 2018, que organiza esta entidad.
Todos los premios literarios ayudan a impulsar la cultura.
Este uno de los objetivos, promover la lengua y la cultura y que la gente lea, y que salgan autores que escriban en la lengua catalana, porque creemos que es la manera de formar ciudadanos que sean críticos y libres y que huyan del pensamiento único, que esto es más urgente e imprescindible en estos momentos que vivimos.
Òmnium, en los últimos tiempos, no sólo aborda temas culturales.
Es un elemento coherente con la entidad, que se fundó en pleno franquismo para defender la lengua y la cultura catalana, y es evidente que entonces se estaba haciendo política. En cada momento, la entidad ha sabido leer el sentimiento de los socios y de la sociedad catalana en general, y, a partir de aquí, ver las posiciones que tenía que tomar.
¿Después de todo y con el presidente Jordi Cuixart en la prisión, cómo se encuentra su entidad?
Es un golpe duro que pongan a tu presidente en la prisión. Estamos acostumbrados a sufrir represión, y ya la sufrimos en el franquismo. Nos han encarcelado al presidente, han registrado nuestra sede, nos han amenazado y se ha querido dar una imagen como si fuéramos una banda criminal. A pesar de esto, la entidad está fuerte y la gente, ante esta represión, ha respondido y se ha mantenido este crecimiento, con ahora cien mil socios.
¿Se está pervertiendo demasiado el lenguaje?
Si sólo fuera el lenguaje….El otro día, el portavoz del Partido Popular en el Congreso español tachó a Jordi Cuixart y a Òmnium de fascistas. Y te acusan de fascista los que dan subvenciones a la Fundación Francisco Franco, los que nunca han sido capaces de condenar los crímenes del franquismo o que sólo saben resolver los conflictos con las porras o la prisión. No es una cuestión sólo de lenguaje. Han ido a hacer daño físico y a perseguir a la gente por sus ideas. Han pasado de las palabras a los hechos con una crueldad impensable en una democracia del siglo XXI.
Han impulsado una campaña con el nombre "Demà pots ser tu". ¿Cuáles son sus objetivos?
Sí, la hemos hecho con otras entidades de los derechos humanos. Ante lo que está pasando, hay que tener una conciencia colectiva porque ahora la represión va a por unas personas concretas, pero mañana le puede pasar a cualquiera. Ya no es un tema de independencia o no, es un tema de derechos de las personas, tengan la ideología que tengan. Queremos que nadie que sufra represión se sienta abandonado, sería un desastre.
¿Qué le parece el acercamiento de los presos?
Estamos hablando de algo muy grave, que es la prisión preventiva injustificada por unos hechos que no existieron. Esto evidencia la decadencia de un estado viejo y caduco que sólo sabe actuar con esta venganza. El acercamiento se podría haber hecho desde el minuto uno, porque lo fija la ley y se podría haber cumplido. Pero esto no es una concesión y no nos vale. Lo que queremos es que vuelvan a su casa y que el estado deje de hacer este ridículo internacional. Los conflictos políticos se resuelven con las urnas y con la democracia.
Hay fe en el cambio de gobierno y que las cosas cambien?
Desgraciadamente, el PSOE avaló el 155 y ha mostrado cero empatía por el hecho de que haya presos políticos y que apuesta por un cambio en el código penal para cambiar el delito de rebelión. Hay una gesticulación, en algunos de los ministros, no en todos, que no fomenta esta confrontación permanente que hacía el Partido Popular. Pero, más allá de esta fachada, no vemos nada de nada.
Esquerra está recibiendo muchas críticas por su postura más conciliadora. ¿Qué opinion tiene?
No nos pronunciamos nunca sobre cuestiones que afectan a los partidos políticos y sus decisiones. Estamos seguros del compromiso de los partidos que están a favor del derecho a la autodeterminación y a favor de la República y todos siguen firmes para conseguirlo.
Pero hay discrepancias públicas
Lo que es cierto es que ahora no hay una estrategia compartida y así lo hemos reclamado pública y privadamente, que es imprescindible que exista. No nos pondremos a criticar a nadie, porque nuestro papel intentamos siempre que sea el de generador de consensos y, si criticásemos la línea de actuación de algún partido, perderíamos esta capacidad. Lo que si les hemos pedido siempre, es que sean claros con la ciudadanía, que expongan sus diferencias y que se pongan a trabajar para que exista una estrategia. Nuestra estrategia siempre es que haya una estrategia. No tenemos una hoja de ruta, nunca la hemos tenido, pero sí que instamos a los partidos políticos que la tengan.
Está todo enrocado y parece difícil que la gente cambie de bando.
Nosotros no queremos convencer a nadie porque no sentimos que tenemos un mandato divino, pero tenemos un proyecto que queremos compartir. Hace unos años, el independentismo era el 15 por ciento y ahora toca explicar nuestro proyecto y compartirlo con los que ahora no lo ven.
Están apareciendo independentistas que se muestran muy críticos con el procés.
Es un momento complejo, de cansancio y de sufrimiento. Todas las críticas son legítimas y el independentismo ha hecho autocrítica. Me hubiera gustado que la hubieran hecho todos aquellos con las camisetas blancas, que decían ni DUI ni 155 y cuando apareció el155, desaparecieron. Nunca renunciaremos a la movilización para seguir avanzando y para defender que los presos políticos y los exiliados vuelvan a casa. La opción es disponer lo que quiera la ciudadanía, y una gran mayoría quiere que sea esta república. Si nos pudiéramos expresar con libertad, todo sería diferente.
La palabra clave parece que es "unilateralidad".
A Òmnium no le toca decir cuál es la vía a seguir ni hacemos hojas de ruta, pero es importante que exista esta estrategia compartida y posiblemente parte del cansancio que pueda tener la gente venga de no hablar lo suficientemente claro. Esto será largo, será complicado, más de lo que nos hubiera gustado, porque el estado español reacciona de esta manera, pero hay que trabajar mucho y si la gente lo quiere, el camino que se está siguiendo es irreversible.
¿Acabará todo bien? O, simplemente, ¿acabará?
Seguro, esto acabará bien, seguro. Es la historia de este país, y si no acaba bien, querrá decir que no ha acabado.