En la misma sala de plenos del Ayuntamiento que Lluís Muncunill diseñó, y que se conserva prácticamente igual que cuando fue construida, el alcalde Alfredo Vega descubrió ayer, a las siete y dieciocho minutos de la tarde, el retrato pintado por Carmen Valverde que incorpora “al gran arquitecto de Terrassa, y uno de los máximos exponentes del Modernismo en Catalunya”, a la Galeria de Terrassencs i Terrassenques Il·lustres. Tal como es tradición, el recién llegado se ha instalado en la pared del fondo, a la derecha del asiento del alcalde, que tiene a su izquierda el que fue primer “il·lustre”, el alcalde Joaquim de Sagrera. Y ha substituido en ese espacio a la anterior, la intelectual Paulina Pi de la Serra, cuyo retrato estaba allí desde que se inauguró en 1992 y ahora se ha trasladado a la pared de la derecha de la misma sala de plenos, en el espacio que hasta ayer ocupó otro alcalde, Jaume Vallhonrat, reubicado en un vestíbulo cercano.
“La gran aportación de Lluís Muncunill ha sido haber definido la imagen de la Terrassa actual”, dijo la historiadora del arte Mireia Freixa, después de que el concejal de Cultura, Amadeu Aguado, leyera el acuerdo del pleno que le concedió el título de hijo adoptivo de la ciudad y su incorporación a la Galeria d’Il·lustres. “Si nos fijamos al pasear por Terrassa, de edificios antiguos hay pocos, y todos son de principios del siglo XX, hechos por Muncunill o bajo su influencia.” También destacó la importancia de las “casas baratas” que construyó, y que “se ha conseguido que la gente de Terrassa, del centro y de los barrios, se integraran en la ciudad a través de Muncunill”.
“Volver a comenzar la paciencia”
Àngels Muncunill, su nieta, hija del hijo menor del arquitecto, hilvanó una sucesión de deliciosas anécdotas y recuerdos familiares. “Era un hombre serio, estricto y trabajador, pero le gustaba hacer bromas con mi padre, porque era el pequeño. A veces se lo llevaba a fotografíar iglesias románicas.” “Hay que tener paciencia y, cuando se acaba, volver a comenzar”, era una frase habitual del arquitecto. Su nieta describió su casa en el número 13 de la calle de Puig Novell,que corresponde al actual 39-41, y acabó su intervención leyendo un artículo suyo sobre “la necesidad de la educación artística” y su importancia en el progreso de los pueblos.
“Como ciudad le debemos las que son, con la Seu d’Ègara, las piezas más universales del patrimonio de Terrassa, el Vapor Aymerich y la Masia Freixa”, dijo el alcalde Alfredo Vega. “Se ha dicho que el centro de la ciudad es un pequeño museo Muncunill al aire libre, obras que tienen personalidad propia, dentro de lo que significó el Modernismo, y dotadas de un cierto humanismo. Muncunill pensaba mucho en el bienestar de las personas que habrían de vivir en sus edificios.”
Restitución de su honor
Además de la sala de plenos, del Ayuntamiento Muncunill diseñó la fachada, el atrio, la escalera y otros rincones, entre ellos la sala de alcaldía. Con solo 24 años, Muncunill ganó la plaza de arquitecto municipal, pero su etapa como tal fue dificil, por la relación con el alcalde y los concejales, lo que acabó con su cese. Así pue, su entrada en la galería “también quiere ser una restitución de su honor en este sentido, Es un gran orgullo haber tenido como funcionario municipal a una persona con el talento, la capacidad de innovación y la excelencia de Muncunill, y este reconocimiento quiero hacerlo extensivo a todos los trabajadores públicos de Terrassa, que con su esfuerzo han favorecido el progreso de nuestra ciudad”.
Tras el descubrimiento de la obra, su autora, Carmen Valverde, agradeció las colaboraciones de las instituciones de la ciudad y de Mireia Freixa, con las que ha paliado la escasez de imágenes de su retratado, y recibió un largo aplauso. “Me gusta muchísimo”, dijo a este diario tras el acto uno de sus bisnietos, Jordi Miralda Escudé. “Había visto mucho las fotografías en blanco y negro, y está muy bien reflejado. Pensaba que lo habría hecho mayor, y aparece más bien joven, con esos ojos azules que dicen que tenía”.