Agitado año 1968 en nuestra ciudad. Mientras se celebraba el 29 aniversario de la “Liberación de Tarrasa” los movimientos democráticos luchaban en la clandestinidad. Aquel año, el presupuesto municipal alcanzaba los 120 millones de pesetas para una ciudad de 129.095 habitantes que tenía 1.345 desempleados. El Barça ganaba al Terrassa FC en dos amistosos en el Estadi Municipal y vecinos del barrio de Sant Llorenç aseguraban haber visto de noche algunos ovnis.
En aquel 1968, tres enseñas ondeaban en el balcón del Ayuntamiento de Terrassa. En el centro, la de España, la “rojigualda” con el águila de San Juan, flanqueada por las de Falange y la Cruz de Borgoña de los tradicionalistas. Y en marzo de ese año, en una rueda de prensa, el Ayuntamiento daba a conocer que Terrassa ya tenía bandera propia, la que ahora, cincuenta años más tarde, se quiere finalmente oficializar.
Una enseña que fuera popular
Jueves, 7 de marzo de 1968. Ayuntamiento de Terrassa. Ocho de la tarde. Antoni Pujals, primer teniente de alcalde del Consistorio presidido por Miquel Onandia, acompañado por el concejal Llorenç Padró, daba a conocer cómo sería la nueva bandera, un emblema que puede considerarse heredero del pendón de la ciudad. Su creación intentaba que adquiera un carácter más popular y festivo, en contraposición al pendón que tradicionalmente se había reservado y se sigue reservando para actos de una mayor solemnidad.
De este modo, un comité de estudiosos, por encargo del mismo Ayuntamiento, empezó a trabajar en el diseño de la enseña de la ciudad, teniendo en cuenta aspectos históricos y simbólicos. Ese comité estaba formado por Josep Baulies, Josep Castella, Josep Maria Domènech, Ramir de Masdéu, Oriol Cardús, Josep Rigol, Francisco Torrella Niubó, Josep Boix y Josep Massagué. El objetivo era que el día 30 de ese mismo mes la flamante bandera de Terrassa se estrenase con motivo del campeonato de moto-cross, que se celebraba en un circuito entre Terrassa y Sabadell, y que constituyó durante varios años, un acontecimiento deportivo de primera magnitud para ambas ciudades.
La bandera de Terrassa gustó y uno de esos estudiosos, el singular Ramir de Masdeu, conocido tanto por su sapiencia como por sus excentricidades –acostumbraba a pasear con un león- , se refería a ello en una carta publicada en el periódico Tarrasa Información: “parece que la bandera de la ciudad ha tenido un señalado éxito (…) y ello puede ser debido además de su notoria sencillez y belleza a que reúne y cumple con los exigentes requisitos que señala nuestra historia local y se ajusta a las más estrictas normas de la ciencia heráldica”. Y discrepaba, en esta misma misiva, del escudo de Terrassa vigente en aquel momento por cuanto, a su juicio, no guardaba ninguna característica estilística con la nueva bandera.
Largo y polémico periplo
Y, efectivamente, se cumplen ahora los treinta años de la modificación y actualización del escudo oficial.
Tenemos que retroceder a 1988. Fue un año en el que se derruyó la Estació dels Catalans, quedó constuído el Consell Comarcal, y Terrassa se movilizó para conseguir la comarca de Terrassa. En el pleno municipal del 28 de enero de ese año, presidido por el alcalde Manuel Royes, se aprobó la versión definitiva del Escut d’Armes de la Ciutat por 26 votos a favor y una abstención.
El escudo de Terrassa ha tenido, en su larga historia, una evolución que se ha expresado en mil y una formas y estilos, no exenta de polémica, como deja bien detallado el historiador Salvador Cardús i Florensa en el libro “Nom i escut de Terrassa”, publicado en 1961 e impreso en los Tallers Gràfics Joan Morral.
El actual escudo oficial de Terrassa guarda uniformidad con la bandera, manteniendo por un lado la simbología del castillo, y por otra las cuatro barras. Cardús, en el libro mencionado, nos dice textualmente al respecto: “És evident que si Terrassa s’escudà en el castell és perquè aquest constituia el document monumental més gloriós de la Terrassa Medieval. I, molt abans que Catalunya usés les barres, Terrassa, ja podia gloriar-se de les gestes del seu Castell”. Se trata del castillo palacio de Terrassa, del que ahora sólo puede contemplarse la esbelta figura de la Torre del Palau. Y Cardús añade: “El castell o torre seguí subsistint com a únic senyal heràldic de Terrassa, fins ben entrat el segle XVII, que és quan per primera vegada s’introduïren les quatre barres en el Segell Major de la Cúria del Batlle de Terrassa (1621-1687), el segueix un altre exemplar de la mateixa Cúria (1763-1844), i els dos transitoris del ‘Gobierno Político’ del 1822-1823 i 1826, respectivament, que és la denominació donada a la Cúria en aquells anys tempestuosos. Tots quatre exemplars són partits en pal: barres a la dreta, i castell a l’esquerra”. Añade: “és, doncs, el castell o torre, amb barres o sense, el gloriós emblema que han coronat i reverenciat, sense excepció, les postreres generacions pasades i, per tant, ens pertoca a nosaltres el deure de transmetre’l amb la màxima dignitat a les venideres”.
Si la bandera cumple ahora 50 años y la renovación del escudo es de hace tres décadas, el tercer símbolo local, el pendón, estandarte representativo del Consistorio, alcanza este 2018 los 70 años desde que se halló, olvidado en las dependencias municipales.
El pendón original fue restaurado en 2005 en el Centre de Documentació i Museu Tèxtil, cedido por el Museu de Terrassa, y una réplica se guarda en una vitrina en el salón capitular del Ayuntamiento.
“Secular emblema”
Año 1948. Hubo castells en la Festa Major de Terrassa, se decidió eliminar el emblemático templete para conciertos que existía en el Passeig debido a la remodelación de esta céntrica vía, y se inauguraba el nuevo servicio de autobuses urbanos.
Vayamos al pleno municipal del 7 de mayo de 1948. Lo presidió el alcalde Alfonso Vallhonrat y se dio cuenta del dictamen para restablecer el uso de esta enseña, argumentando que “por lo menos desde 1847 y hasta 1904 presidió las procesiones del Corpus Christi y de los Santos Patronos de la Ciudad”, añadiendo que “se acuerda restablecer el uso de este secular emblema y declararlo insignia oficial de Tarrasa con la denominación de ‘Pendón de la Ciudad”. Se especifican todas sus características y se acuerda que salga de nuevo a la calle en Corpus de ese año, y lo porte Joaquín Amat Llopart “excombatiente, poseedor de la Medalla de la Ciudad, benemérito alcalde por espacio de cinco años y dignísimo diputado provincial”. Le acompañarán los “distinguidos compatricios” José Badrinas Sala y Juan Marqués Casals, elegidos para llevar los cordones del Pendón de la Ciudad.
Históricamente esta enseña tiene su origen militar, utilizándose como estandarte de las huestes egarenses en conflictos bélicos. Tras su restablecimiento como uno de los símbolos de la ciudad, en ese año 1948, el Pendón sale de su vitrina durante la Festa Major de Terrassa y lo porta la entidad o asociación, que a lo largo del año en cuestión se haya distinguido por algún hecho o conmemore alguna efeméride.