Terrassa

El mercado de la Plaça Major abre una Fira de cuchillo y tenedor

La Plaça Vella dio ayer el pistoletazo de salida a la XVI Fira Modernista, viajando por unas horas al universo “pagès” y comercial de la Terrassa de principios del siglo XX. A las 7.30 de la tarde, la comida, con la participación de los chefs Artur Martínez y Marc Ribas, fue la protagonista del inicio del festejo en un estreno de cestos de mimbre y “espardenya”, la mejor carta de presentación para una Fira que se vuelca este fin de semana en la gastronomía modernista.

Antes de la construcción del Mercat de la Independència, el mercado de diario se instalaba en la antigua Plaça Major. Ayer, los comerciantes del recinto modernista cedieron sus productos de proximidad para la recreación de aquella estampa de época y convirtieron la Plaça Vella en un mercado improvisado con cuatro paradas, “payeses” a gritos y “minyones” de compras.

Los actores de Acció Teatre se ocuparon de la teatralización del mercado, encarnando el papel de los comerciantes que cada día bajaban al centro de la ciudad desde los pueblos del entorno para vender sus productos. El estreno de la Fira convocó ayer a numeroso público en la Plaça Vella. La recreación del recinto comercial atrajo a muchos curiosos interesados en conocer la recreación del ambiente que inundaba las paradas de venta hace un siglo. Todos pudieron mezclarse con los actores en una suerte de performance colectiva.

Al estreno de la Fira Modernista acudieron el alcalde de Terrassa, Alfredo Vega, ataviado de época, y los cocineros Artur Martínez y Marc Ribas. Tras recorrer los puestos de venta y aprovisionarse de productos, una cebolla tierna por aquí, unos espárragos por allá, ambos chefs subieron al escenario de la plaza para proceder a la preparación del plato tradicional de la cocina local: “el terrassenc”, a base de “coca de munt” y “botifarra terregada”. Entre ambos lo elaboraron. Más activo estuvo Artur, acaso por ser el anfitrión. Ribas era el invitado foráneo, lo que no fue óbice para que lanzase alguna que otra puya a su compañero de fogones sobre su forma de proceder. Pero Artur Martínez se defendía como mejor sabe: cocinando con arte y delicadeza, y con el “terrassenquisme” del que siempre ha hecho gala. Además, él iba vestido de modernista. Marc Ribas, de “modernillo”. Él mismo, Ribas, lo reconoció sin pudor ante el público. Sólo portaba una gorra que había conseguido a última hora para tratar de ser confundido en el paisaje modernista que lo envolvía.

Pinchos
El de ayer fue un arranque culinario de excepción, de la mano de dos cocineros de reconocido prestigio. La organización ponía así el sello de calidad a una edición que quiere rendir homenaje a la labor de los cocineros de la época, que entre los fogones de las fondas, los hostales, las pastelerías y las cocinas burguesas y obreras sentaron las bases de la cocina catalana. El público siguió de cerca la elaboración de los pinchos de coca y butifarra, regados con “vermut vallesà”, elaborado con vermut de Ullastrell, soda, hielo y un toque de tomillo. Las referencias a Ullastrell fueron tantas, por la aportación de productos varios, que incluso Ribas tuvo que ponerse freno. Qué rabia dan estos de Ullastrell, que tienen de todo, vino a decir.

La gente tambien pudo degustar los pinchos egarenses, esa conjunción de “terregada”, tomate, alioli… Y los pudo degustar gracias a la colaboración del Gremi Empresarial d’Hostaleria de Terrassa i Comarca y al trabajo de los profesores y alumnos de restauración y hostelería de INS Cavall Bernat. La organización repartió tiquess a todos aquellos que quisieron probar la tapa en un final de fiesta popular y participativo. El primero en probar el plato fue, por supuesto, el alcalde, Alfredo Vega, ataviado con traje de la época, amarronado y elegante, pero sin tocarse con sombrero, a cabello descubierto.

Vega subió al escenario que también fue ayer cocina y, acompañado de los reputados cocineros, saboreó “el terrassenc” y dio por inaugurada la Fira Modernista, un acontecimiento marcado en el calendario por muchos terrassenes y por unos cuantos foráneos que no se quieren perder el hervidero de trajes y propuestas, esa mezcolanza de pasado y presente que se apodera del Centre de Terrassa por estas fechas. El alcalde dejó claro que estos días son “para vivir la fiesta, no sólo como espectadores”, aludiendo a la implicación de instituciones, entidades y ciudadanos en el éxito de esta especie de fiesta mayor de mayo.

Hasta dos policías municipales llevaban atavíos de un siglo atrás y estaban allí vigilantes, como sus compañeros, pero sabiéndose objeto de miradas a las que respondían con sonrisas.

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