Terrassa

Aquellas guerras a pedradas “contra los del Camp del Mono”

Lo repitió varias veces, socarrona, a un amigo antes de que empezase el acto en el centro cívico Alcalde Morera, en Can Palet. “No sé qué hacemos aquí, si eran nuestros rivales, si nos tirábamos piedras”, soltaba. Pero allí estaba, beneficiaria del armisticio de la edad, en el centro cívico de sus rivales para asistir a la presentación del libro “Recull de records del barri de Can Palet”. El libro, un opúsculo editado por la Associació El Llibre de la Vida, recopila vivencias de personas mayores que volcaron sus remembranzas en un taller de memoria.

Allí estuvieron los protagonistas del libro: Teresa Sellarès Grau, Adelaida Estrada Cardona, Florentina Parera Alzuria, Nuria Buixadé Camats, Maria Ollé Alzuria, Antonia Hernández y Manuel Ávila Lorca. Allí escucharon algunos de los recuerdos que nutren el libro, allí se fotografiaron con el alcalde, Alfredo Vega, y recibieron aplausos, y revivieron de palabra aquellas guerras a pedradas “contra los del Camp del Mono” y aquellos bailes adolescentes en el garaje de Autocares Gómez, donde se entrelazaron las manos nerviosas de parejas que luego pasaron por el altar.

Memoria de caminos de carro, de caballos que trotaban por donde ahora circulan cientos de coches. Recuerdos de viñas y de trasiego de los desechos de los pozos muertos de las casas para el abono. Porque cuando algunos de los protagonistas eran chiquillos no había cloacas “y todo iba a parar a un pozo muerto que se debía vaciar de tanto en tanto”. Memoria de las “casas baratas”, de las palanganas, de las muñecas de cartón, de las cañas usadas a modo de pértigas, de saltar a la comba, y del mango, medio mango, mango entero, de maderas para lavar la ropa, del brasero que sólo calentaba las piernas, de aquel refugio que el padre construyó durante la Guerra Civil en un agujero que había hecho antes para guardar las patatas, y que la familia ahondó cuando se oyeron bombas por Les Martines. Había cultivos por todos sitios y la actual avenida de Les Glòries Catalanes era bosque.

En el libro hay fotos de juguetes que a una de las recordadoras le manufacturaba su padre en la cárcel Modelo con trozos de madera y huesos de fruta. Acabada la guerra, metieron preso al padre “durante muchos años”. Murió poco después de recuperar la libertad. Y qué decir de la riada, de las ocho trabajadoras de una empresa muertas porque se las llevó el agua, como a aquel vendedor de melones que dormía en la parada cuando la furia líquida lo engulló.

Testimonio
“Es importante compartir todo lo que se sabe, para que no se pierda”, comentó Jaume Sabaté, presidente de la Associació El Llibre de la Vida ante una sala llena. “La historia de Terrassa es la suma de las historias de cada terrassense”, apuntó Alfredo Vega, el alcalde, tras destacar la relevancia de iniciativas como la de la asociación para dejar a los jóvenes “un testimonio de historia e identidad” como el opúsculo, plasmación de recuerdos “que representan un mundo muy diferente al que tenemos ahora”.

El mundo de ayer, cuando se levantaban paradas de carne y pescado al lado de la fuente de las cuatro carreteras. Cuando el hielo se vendía en un carro, a peseta la pieza. Cuando las farolas de la calle eran de gas, “cuando había mucha hermandad entre los vecinos”. Cuando se desataban guerras a pedradas y se bailaba en garajes.

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