Terrassa

Manteniendo la esencia del circo

El desdoblamiento del Circ Raluy en dos proyectos diferenciados ha acabado permitiendo a los espectadores egarenses disfrutar en dos años de dos shows claramente distintos, con una intencionalidad clara en ambos casos. El año pasado el nuevo ciclo se inauguró con el Circ Raluy "Legacy", proyecto que podríamos considerar como auténtico responsable de la escisión, con un equipo que apuesta por la renovación y la modernización.

El que ha llegado este año, el Circ Històric Raluy, es por su parte el que apuesta por mantener la esencia, incluso por buscar una cierta autenticidad con la que puedan llegar a identificarse un amplio abanico de aficionados.

La competencia entre ambos modelos, implícita en el propio desdoblamiento, daba pie a comparar los espectáculos presentados el año pasado y éste con ánimo de elegir al mejor… Pero cuando la intencionalidad es tan distinta y tratándose ambos de circos muy profesionales, parece que la elección es difícil.

Vale la pena no obstante detenerse en cuáles son las grandes bazas de este circo que apuesta por la etiqueta de "histórico": la gran calidad de su elenco de artistas. La mezcla del riesgo y la suma dificultad se da desde el principio, con la gran habilidad a las telas aéreas de Loretta, la fuerza y elasticidad de la equilibrista y contorsionista Alexandra Saabel, el acierto de las expertas en "water meteors" Kimberly y Jillian Raluy (herederas del talento de sus padres, el malabarista William y la experta en monociclo Rosa Raluy), la fuerza sobrehumana del "Fortius" de la función, Arthur Robinson, los espectaculares trucos del mago Jimmy Saylon con su "The Time Machine" (con una escenografía muy cuidada), y para finalizar, un final de infarto con Loretta y su pareja Daniel, con unas acrobacias aéreas extremadamente arriesgadas que dejaron al respectable con el corazón en un puño.

Interactuando
Para completar esas dosis de talento circense estuvieron los Jose Michel Clowns, unos payasos de la vieja escuela extremadamente divertidos, que interactuaron con los payasos y personajes habituales del circo, de la familia Raluy.

En total, dos horas que pasaron volando en las que sólo sobraron las cuatro bailarinas que, sin saber mucho qué pintaban, acentuaron aún más si cabe una práctica que, en los tiempos que corren, el circo debería replantearse: la cosificación de las féminas, y su papel de subordinadas o secundarias (que raramente ocupan los hombres.) Si hay algo en lo que al circo no le iría mal actualizarse es precisemante en eso, y por lo demás, "chapeau".

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