Opinió

El futuro de Terrassa no pasa por el colauismo de Matilla

La colaboración público-privada en mayúsculas hace referencia a las diferentes formas de cooperación entre las autoridades públicas y el mundo empresarial, con el objetivo de garantizar la financiación, construcción, renovación, gestión o el mantenimiento de una infraestructura o la prestación de un servicio público. La colaboración público-privada, me atrevería incluso a señalar de manera más informal, tiene que ver también con la capacidad de brindar espacios para iniciativas que tengan por encima de todo un claro interés general. Esto último tiene que ver con el prestigio de la ciudad y con la atracción de inversiones, actividad económica y generación de empleo. En Terrassa hay potentes tractores de interés que tienen que ver con la industria y el conocimiento, pero también con el deporte y la cultura.

Ada Colau es el negativo fotográfico de lo que los ciudadanos de una ciudad europea moderna esperan que haga su máximo representante institucional. Sus precarios 11 concejales de 41 han dinamitado la relación con todos los grupos políticos municipales por su gobernanza partidista. Por enésima vez, ha visto cómo su proyecto de funeraria municipal no se puede desarrollar por un ruinoso plan de negocio. La remunicipalización del agua ha demostrado ser una promesa inalcanzable por su coste, al igual que la promesa de evitar los desahucios. La construcción de viviendas se ha quedado ridícula y unir los tranvías se ha convertido en una utopía, al primar la política por encima de las soluciones prácticas. Además, es obvio que se perdió la Agencia Europea del Medicamento debido al proceso independentista y la complicidad de la alcaldesa con los separatistas, y se pusieron en peligro los 500 millones que supone el impacto del Mobile World Congress, por no ahondar en su ya conocida turismofobia.

Xavi Matilla, el portavoz de los Comunes en Terrassa, se ha descolgado hace unos días con un artículo absolutamente demagógico sobre el acuerdo al que ha llegado nuestro Ayuntamiento para celebrar en 2019 los Corporate Games, un gran evento deportivo, social y cultural que tiene por objetivo potenciar los valores corporativos y la responsabilidad social empresarial generando sinergias en torno a tres actividades igualmente importantes para cualquier sociedad moderna: deporte, turismo y empresa. El escrito es un panfleto que no aporta razones, sólo eslóganes que hablan de falta de transparencia, viabilidad y motivación, de desconfianza hacia el sector privado y, además, propicia la desinformación. Ideas sin contenido que envuelve en una segunda retórica de la sospecha hacia el área de Promoción Económica del Consistorio, dando a entender que se está prostituyendo gratuitamente la ciudad. Como su colega Ada Colau, Matilla sigue empeñado en hacer Terrassa más pequeña, rechazando oportunidades que sólo un ciego dejaría escapar.

El progreso sólo puede venir de la unión entre el Ayuntamiento y todos aquellos agentes con capacidad de invertir. La historia demuestra que sólo así se consiguen grandes citas. Con la celebración de los Corporate Games, Terrassa se suma a una lista de más de cien ciudades encabezada por San Francisco, que fue la primera en 1988. Los señores O’Bryan y Johnston, esos que son foco de aversión para el señor Matilla, fueron recibidos por Nelson Mandela en 1993 y éste les pidió la organización de los que hasta la fecha han sido los Corporate Games con más participación de su historia, casi 11.000 personas en 1994. Puede que algunos piensen que Terrassa no tiene nada que ofrecer de interesante a sus visitantes y por ello caricaturizan los Corporate Games, evocando la genial "Bienvenido Mr. Marshall", pero los que pensamos que Terrassa sí tiene mucho que ofrecer trabajaremos por la ciudad y por su posicionamiento internacional en su vocación deportiva, empresarial, cultural y turística.

 * El autor es portavoz del Grupo Municipal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Terrassa

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