Se le imputan siete delitos. A saber: tres delitos continuados de agresión sexual, uno continuado de abusos sexuales, uno de abuso sexual a menor de 16 años, otro continuado de abusos sexuales a menor de 16 años y un último delito de captación de menor para elaborar material pornográfico. El entrenador de fútbol base acusado de pederastia, de abusar de menores, unos pupilos suyos, otros no, se enfrenta a una petición fiscal de 84 años y seis meses de prisión. La Audiencia Provincial de Barcelona ha señalado dos días para el juicio: el jueves y el viernes próximos.
Agarró a una víctima del cuello, le tapó la boca y le dijo "deja de chillar o te…". Y el chico calló por miedo a represalias. Y el procesado le ofreció cien euros a cambio de sexo oral y se sacó el pene varias veces aquella noche de julio del 2014, buscando una felación. Otros días, presuntamente, sí las consumó. Eso afirma el Ministerio Fiscal en un escrito de acusación que detalla los cargos a los que deberá hacer frente el joven, de 29 años, que fue detenido en mayo del 2016 por los Mossos d’Esquadra, que supuestamente trató de borrar información de su teléfono móvil cuando supo que unos policías estaban en su vivienda, en Terrassa, porque lo buscaban a raíz de unas denuncias por delitos sexuales. Es el joven que ingresó en prisión preventiva el 13 de mayo del 2016, cuando se destapó un caso masivo de abusos a menores cuyos inicios sitúa la investigación unos cuantos años antes.
Así, el fiscal cuenta que entre septiembre del 2007 y mayo del 2008, el procesado fue entrenador de un equipo de fútbol de Can Trias y que se ganó la confianza de tres jugadores, de entre 13 y 14 años de edad. Los invitaba a comer, los llamaba "los galácticos" y a uno de ellos lo nombró capitán del equipo. Tiempo después, invitó a los chicos a su domicilio a jugar con la consola o ver alguna película. A veces iban los tres. Otras veces, dos, o uno. Llegado el momento, el monitor proponía a uno de los chavales que fuera a su dormitorio.
Les instaba a ponerse un pantalón corto de deporte y les daba un masaje en las piernas, y los tocaba, y les masajeaba y acariciaba los genitales, y practicaba sexo oral con ellos, afirma el Ministerio Fiscal. Ellos no se resistían "debido a su corta edad e inexperiencia", atendiendo a la relación de confianza y a la condición de entrenador del inculpado. Eso entrañaba autoridad.
Cuando un muchacho se negó a ir a su domicilio, el procesado lo tomó del cuello y lo empujó contra una pared. A uno le propinó collejas o lo amenazó: no jugarás el próximo partido. El fiscal afirma que, con esas acciones, el acusado consiguió que los menores continuaran yendo a su casa. A la edad corta, la inexperiencia y la autoridad emanada de la condición de entrenador se le había sumado el miedo a posibles represalias.
A un chico le asestó golpes en la cabeza cuando se negó a satisfacer sus deseos sexuales y lo agarró del cuello para dirigirle la boca hacia donde él quería que la dirigiese. Les hacía regalos: camisetas, pulseras, botas de fútbol. En mayo del 2008, el entrenador fue expulsado de aquel club de Can Trias.
Retomó su actividad la siguiente temporada, a partir de septiembre del 2008, en La Maurina. Convenció a uno de los muchachos para que jugara en su equipo, y el chico aceptó, y siguió visitando al entrenador en su domicilio. Y prosiguieron los tocamientos y demás, y las collejas y las amenazas de exclusión del equipo. Durante ese periodo, hasta mediados de la siguiente temporada, la 2009-2010, los episodios se sucedían casi a diario, según el fiscal, tanto en la vivienda donde residía el monitor con su padre como en otra donde vivía su madre, en Sabadell. También hubo abusos en un taxi y en un tren, añade la acusación. La víctima dejó el equipo cuando cumplió los 15 años, cuando adquirió la madurez suficiente para entender lo que estaba pasando.
Cuenta el fiscal que en julio del 2014 el mismo individuo se ganó la confianza de un chico al que conocía de una discoteca de Sabadell. El procesado regentaba una en Terrassa y le ofreció trabajar en su local. El 26 de julio el acusado suministró alcohol al chaval, y porros de marihuana. Lo invitó a su casa, pues iba a acudir "más gente". Llegaron, fumaron porros. El presunto pederasta cogió los genitales al menor aprovechando que estaba casi dormido. El muchacho se negó a aquello, pero el acusado insistió. El chico hizo amago de largarse, pero desistió, se durmió, el encausado porfió y tuvo sexo oral con el chico, y el chico le dio un rodillazo y lo golpeó, y el procesado lo agarró del cuello y le dijo "deja de chillar o te…".
Otro episodio acaeció a partir de otoño del 2015, cuando el presunto agresor empezó a entrenar a un conjunto de Viladecavalls. Un día de diciembre ya visitó su domicilio un pupilo de 15 años. Miraron la tele y el entrenador propuso al menor ver una película tumbados en la cama. Le bajó los pantalones. Volvió a hacerlo. El chaval dejó el equipo "para no ver más al procesado", relata el fiscal, pero el monitor le mandó mensajes para quedar.
Una joven de 14 años
Una chica también cayó, según el Ministerio Público. Tenía 14 años cuando, entre finales del 2015 y principios del 2016, contactó con el acusado a través de una red social. Ella le pidió trabajo en una discoteca. Le aseguró que tenía 17 años. Él aceptó que trabajara en la disco si ella consentía en ser su pareja. Pero, según el fiscal, sabía que tenía 14 años y la invitó a su domicilio, al menos un par de veces, y mantuvieron relaciones sexuales. Él se lo exigió como condición para mantener el trabajo. Le pedía fotos y vídeos íntimos. Ella le envió varias fotos y dos vídeos, que el procesado descargó y guardó en su móvil, según la acusación.
Para el Ministerio Fiscal, los hechos son constitutivos de siete delitos. Pide quince años de cárcel por cada uno de los tres delitos continuados de agresión sexual y ocho años y seis meses por el delito continuado de abusos sexuales. Once por otro de abuso a menor de 16 años, y doce por otro, continuado también, y ocho por la captación para elaborar pornografía. Si el tribunal hace suya la tesis del fiscal, el presunto pederasta deberá estar diez años en libertad vigilada una vez cumpla las penas de prisión. Y tendrá que pagar 60.000 euros en indemnizaciones.