Después de un maravilloso inicio ya nos hubiéramos podido ir a dormir. McCaslin aventó todo la lírica de su poderosa formación con un primer tema que se llamaba así, "Lyrical", una auténtica explosión de emocionalidad con la que sumergió al respetable en el que ya se ha convertido en uno de los mejores conciertos del Festival de Jazz.
Fue una entrada en su universo que despistó sobre hacia adónde iban a ir los tiros, ya que a continuación tomó aún mayor sentido el alto volumen con la llegada de los efectos electrónicos disparados en "Shake Loose" por Jason Lindner, un pianista que no tiene suficiente con ser un buen intérprete sino que se pone en manos de la electroacústica para llevar al límite nuestra percepción, con el uso de unos atronadores agudos que convierten el concierto en una experiencia de riesgo (riesgo de presbiacusia, algo que solventan los propios músicos usando tapomes para los oídos.)
Salvo este tema, prácticamente todo el repertorio lo constituyeron piezas nuevas, con incluso acercamientos al pop, en concreto con los dos temas interpretados por el batería de la formación, "Club Kid" y "New Kindness."
Si no hubiera sido por esta intervención vocal, Lindner y el propio líder de la formación se hubieran llevado el oro en los episodios de mayor relevancia, el uno por su desbordante imaginación y osadía, y el otro por su musculoso sonido, deudor de una destreza casi heroica y de un fraseo turbador.
Nos imaginamos perfectamente el por qué el gran David Bowie se vio seducido por la fuerza de McCaslin y Lindner a la hora de escogerles como últimos compañeros de viaje, por una entrega que llega casi a la extenuación y una amplitud de miras casi interminable, todo ello aderezado por su innegable virtuosismo.
Música e ideología
La banda bebe ahora del impulso de aquella colaboración, paseando por el mundo no sólo música sino también ideología: uno de sus nuevos temas lo dedica McCaslin a Trump, y lo titula "Beast", a la vez que pide disculpas por la influencia de sus acciones (del presidente) en todo el mundo.
Ese impulso tiene además recorrido; Donny McCaslin demostró ser un compositor tremendamente inspirado y prolífico, y un improvisador sin tacha… es capaz de ofrecer un largusísimo solo sin colaboración de sus músicos, y de adentrarse en un lenguaje distinto a todo lo demás. Más allá de las etiquetas, McCaslin hace gala de una propuesta personal, irrepetible, que en parte se inspira en el legado de Bowie. Así se constató en el bis final, un homenaje a "Lazarus." .
Donny McCaslin
