Opinió

Una brecha todavía mayor

La brecha salarial entre hombres y mujeres es una realidad incuestionable. La proximidad del 8 de marzo ha situado, de nuevo, en el foco de la actualidad, las enormes diferencias que sufren las mujeres que en un sinfín de profesiones reciben un salario muy inferior al que perciben los hombres por realizar exactamente la misma labor. Es un elemento determinante cuando se habla de diferencia de género. La independencia económica es crucial para las mujeres y esa brecha salarial incide en sus posibilidades de desarrollo personal. Cuando se habla de esta variedad de remuneración en un trabajo, dentro del mismo colectivo de mujeres existe otra brecha. Un informe de Comisiones Obreras ha detallado que casi una de cada cuatro mujeres extranjeras que están empleadas en Catalunya desarrollan su labor en el sector doméstico. Este dato, simplemente como tal, no tendría la trascendencia que representa cuando se subraya que gran parte de estas mujeres realizan su labor en régimen de jornada parcial y que lo hacen bajo las condiciones de un acuerdo verbal.

La brecha salarial adquiere su máxima expresión con este grupo de mujeres. Es todavía mayor. Son un 23,8 por ciento de extranjeras que su única ocupación en Catalunya se centra en el sector doméstico. Este porcentaje choca con el 3,3 por ciento de trabajadoras de nacionalidad española que se emplean en este ámbito profesional. A este hecho se une la limitación que significa desarrollar jornadas parciales, lo que incide en un salario inferior. Por último, para agrandar esta brecha, hay que destacas que seis de cada diez mujeres extranjeras que trabajan en el sector doméstico tienen un acuerdo de carácter verbal. De este modo la precariedad es máxima.

Para revertir esta situación, primero y fundamental, es poner en valor la labor del hogar y desmitificar que sea un trabajo exclusivo para mujeres. Es preciso cambiar la percepción social que existe sobre esta ocupación. De este modo, como en otras muchas facetas profesionales, hay que variar los roles y sobre todo introducir modificaciones en la regulación del trabajo doméstico. Es preciso, como apuntan fuentes sindicales, desarrollar un escenario de “sobreprotección” con el fin de reducir al mínimo esa brecha que existe en la propia brecha salarial entre hombres y mujeres. Es vital actuar con el colectivo que está más desprotegido y el grupo de mujeres extranjeras que trabajan en el sector doméstico es sin duda alguna uno de ellos.

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