La empresa egarense Finsa nació hace 40 años como continuadora de la centenaria e histórica industria textil Sala y Badrinas, que cerró sus actividades en 1977 debido a la crisis del sector, que afectó a la mayoría de firmas textiles de Terrassa. Cuatro décadas después, la compañía batió el año pasado todos sus récords de facturación y beneficios. Finsa es un claro ejemplo de empresa que supo adelantarse a los nuevos tiempos tras la crisis sectorial de los años setenta. "Teníamos el conocimiento textil y queríamos continuar en el sector pero no en el segmento de la ropa y tejidos de vestir. Por eso, nos decantamos por los tejidos técnicos", recuerda a Diari de Terrassa el empresario Joaquim Badrinas Barata, que añade que Finsa debió afrontar en su momento un complejo proceso de adaptación para entrar en este nuevo mercado. De hecho, fue una de las compañías pioneras en España en tejidos técnicos. Asimismo, y ya desde sus inicios, realizó una decidida apuesta por la exportación, ahora tan de moda y tan necesaria. Actualmente, la empresa obtiene del exterior sobre el ochenta por ciento de su facturación. "Siempre hemos exportado. Cuando empezamos ya vendíamos fuera entre el 30 y el 40% de nuestra producción porque el mercado interior estaba muy mal. Con la reciente crisis, se potenció aún más la exportación con un programa de actuación específico", dice Joaquim Badrinas.
Las instalaciones industriales de Finsa están ubicadas en el polígono industrial del Segle XX, con una superficie de seis mil metros cuadrado, que en un futuro próximo se ampliarán en 2.000 metros cuadrados más. La empresa, que emplea a setenta personas, dispone de una sección moderna de telares fabricados a medida, taller de confección y sección de acabados; también de una nave de seiscientos metros cuadrados en el extrarradio para manipular tejidos metálicos.
Muy especializada
Las actividades del grupo se centran en la fabricación y confección de tejidos técnicos sintéticos para la filtración de liquidos, sobre todo en la minería, que es la principal especialidad de la empresa terrassense, e industria en general, y también para la manipulación e instalación de tejidos metálicos para arquitectura e interiorismo. La empresa cuenta con dos socios, la firma JOB Group, de Suecia, en la filtración, y GKD, de Alemania y líder mundial en la fabricación de tejidos metálicos para el mercado de la arquitectura. La gestión de Finsa recae en manos de la familia Badrinas; al frente de la misma están ahora los integrantes de la cuarta y quinta generación de estos empresarios textiles. En 2017, después de 40 años de historia, se batieron todos los récords de ventas y beneficios. La compañía exporta a cuarenta países del mundo (ha creado a la vez franquicias en muchos de ellos); los territorios mineros constituyen una parte importante de sus actividades en el exterior. Las ventas del grupo suponen cerca de diez millones de euros, con un beneficio neto del 20% sobre la facturación. Para Joaquim Badrinas, la clave de este éxito se basa en la integración de todos los empleados en el proyecto. En este sentido, el 10% de los beneficios se distribuyen a partes iguales entre toda la plantilla de trabajadores.
La compañía realiza una constante apuesta por la innovación. Así, dispone de un departamento de I+D+i donde se invierte un 10% de la facturación, conjuntamente con la renovación de maquinaria. Destaca el alto nivel tecnológico de la empresa, en la que trabajan doce titulados superiores, entre ingenieros, economistas y arquitectos.
La compañía está entre las cinco firmas líderes en Europa y entre las diez primeras del mundo en los tejidos para filtración de líquidos. También es puntera en el segmento de mallas metálicas para arquitectura en el mercado Español. Dan fe de ello proyectos como los parkings del aeropuerto, los Hoteles Barceló y del Raval, Renaisance, Princesa Sofia, la Rotonda, Catalonia, Torre Europa, los Juzgados e Barcelona, la Caja Mágica, la pasarela de Arganzuela, en Madrid, y muchos otros. "Casi dos mil en total", cuantifica la empresa. "Muchos de nuestros clientes y franquiciados, así como proveedores extranjeros, acostumbran a visitarnos y de paso disfrutan de nuestra ciudad, de sus museos textiles y de la vecina Barcelona", añade. "Estamos orgullosos de haber aportado nuestro grano de arena al desarrollo industrial y a la proyección de Terrassa", concluye la empresa.