En nuestra edición de hoy informamos sobre las interesantes conclusiones de una encuesta elaborada por ESCODI sobre el comercio catalán. Los comerciantes coinciden en que se ha frenado la recuperación mínima, pero sostenida de los últimos años y que muchos deben refugiarse en las ofertas para mantener los ingresos, es decir, aplicar el viejo dicho de “en la venta está la ganancia”: vender barato para vender más y ganar los mismo. Podríamos decir que esa es una de las consecuencias de la liberalización de las rebajas, pero los problemas del sector van mucho más allá.
El comercio, tal como lo conocemos, está cambiando. La directora de la Escodi, en un excelente artículo de opinión al hilo de la encuesta, reflexiona sobre ello y habla de que el comercio se debe reinventar para hacer frente a la nueva realidad del consumo, especialmente mediatizado por un cambio de hábitos, por lo que significa la experiencia de comprar por encima de lo que se compra y sobre todo, la arrolladora consolidación del comercio digital. Núria Bertran habla de que el comercio se debe adecuarse a los nuevos tiempos y plantar cara a internet haciendo que sea más gratificante para el consumidor la compra presencial que la digital, sin renunciar a ella. En ese sentido, la formación también es esencial no sólo para garantizar la sucesión en los negocios que funcionen, sino también para establecer estrategias que empoderen a los pequeños comerciantes en el comercio digital y en redes sociales. No se trata de competir con grandes monstruos como Amazon, Ali Baba, Corte Inglés o Carrefour, sino de ofrecer servicio también a través de internet.
El comercio tiene un reto muy importante por delante y tiene diferentes frentes abiertos. El comercio urbanita, el que ha convertido el mostrador en una trinchera, debe reinventarse sí y debe reflexionar sobre su relación con la ciudad, sobre cómo gestionar su imagen y cómo articular los ejes comerciales. La gestión estratégica del comercio urbano debe ser integral y no individualizada, en la que además de lo puramente técnico se proyecte el enorme valor social del comercio, como factor imprescindible de vertebración.
El camino sigue siendo la modernización, la transformación de los negocios en función de lo que pueda seducir a un consumidor voluble e hiperconectado y concernido por multitud de reclamos. Es fácil decirlo y muy complicado encontrar la fórmula que permita a los comerciantes reinventarse, pero ese es el reto.