Opinió

Previsiones

El servicio de estudios del BBVA, centro de reconocida solvencia, presentó ayer en Terrassa su informe económico para Catalunya en cuyas conclusiones advertía de una ralentización de la economía como consecuencia directa del procés independentista. La situación de inestabilidad política lleva a los economistas de BBVA Research vaticinar aumentos de “sólo” el 2,1 por ciento en 2018, en vez del 2,8 que se podría alcanzar y un 2 por ciento en 2019 en vez del 2,5 que sería previsible. De la misma forma, se achaca a la situación política el resultado final de 2017, que se ha situado en un aumento del PIB del 3 por ciento cuando era previsible un 3,3 por ciento.

No cabe duda de que el viejo dicho de que el dinero es miedoso se reafirma ante situaciones como la que estamos viviendo en Catalunya. Todos los estudios económicos hablan de las consecuencias que la incertidumbre política que se vive está repercutiendo negativamente en la economía, pero, probablemente, del estudio de BBVA, lo más descorazonador es la previsión de que durante 2019 se mantendrá la inestabilidad política.

Parecía que tomaba forma la presidencia en el “exilio” de forma simbólica para mantener la internacionalización del conflicto catalán, pero que habría un Govern con capacidad decisoria, un Govern en definitiva en el Palau de la Generalitat, pero seguimos sin llegar a acuerdo. Las consecuencias económicas, aún siendo graves, tal como vaticina tanto BBVA como organismos internacionales o autoridades económicas tanto españolas como europeas no debe hacernos olvidar que Catalunya necesita un gobierno que gobierne y que independientemente de los planteamientos de futuro que establezca para el país, debe propiciar la normalización de la acción de gobierno a través de dejar atrás el artículo 155 de la Constitución con el restablecimiento de las instituciones catalanas.

La pugna entre Junts Per Catalunya y Esquerra Republicana puede llegar a convertirse en un problema para los dos partidos y para el independentismo en general. Es imposible mantener la tensión de esta forma sin que pase factura. Pretender un gobierno desde Bruselas es una barbaridad se mire por donde se mire. Ha llegado el momento, como dijo Marta Rovira, del realismo, de devolver a Catalunya sus instituciones, estableciendo las estrategias que cada partido considere e incluso conjuntamente, pero desde la normalidad o desde toda la normalidad que se pueda recuperar.

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