El 12 % de los trabajadores de Cataluña son pobres y viven bajo el umbral de la pobreza, con un sueldo inferior a 837 euros al mes, según datos de 2016 que ha denunciado hoy Cáritas de Barcelona en la presentación del informe “Vidas precarias”.
En rueda de prensa, el director de la entidad, Salvador Busquets, ha asegurado que “el 16 % de las personas atendidas por Cáritas tienen trabajo y, a pesar de ello, están bajo el umbral de la pobreza”, una cifra que ha aumentado, ya que en 2015 representaba el 14,5 %, y que demuestra que “el contexto es mejor, pero la crisis aún no ha terminado”.
“Aunque no disponemos de los datos de 2017, creemos que la situación de los trabajadores pobres se ha deteriorado y que aún continúa deteriorándose”, ha asegurado Busquets.
Siguen preocupando especialmente una tasa de paro del 12,5 %, que alcanza el 31 % en el caso de los jóvenes, la temporalidad y los trabajadores pobres.
Busquets ha lamentado que el trabajo esté perdiendo “su capacidad de mejora y de ser un ascensor social” y ha denunciado que “casi el 30 % de los contratos actuales son de menos de 7 días”: “¿Cómo se puede garantizar elaborar proyectos vitales con estas condiciones?”, se ha preguntado.
El informe, elaborado a partir de la historia de 35 personas atendidas por Cáritas, revela que en 2007 los contratos de poca duración (menores de 7 días) representaban el 15 % del total, un porcentaje que aumentó hasta el 23 % en 2013 y que ya ha alcanzado el 26 % en 2017.
Para Cáritas, también es “preocupante la reducción de los sistemas de protección que están en el paro”, que según datos del Banco de España representaban el 71 % en 2007, el 62 % en 2013 y han descendido hasta el 56 % en 2017.
Busquets cree que los indicadores macroeconómicos dan inicio de salida de la crisis”, pero lo hacen “por la puerta de atrás”, todavía con tasas de paro elevadas, contratos temporales que representaban el 91 % del total el pasado año y con un aumento de los trabajadores pobres.
La jefa de análisis social e incidencia de Cáritas, Miriam Feu, ha defendido “un trabajo decente que permita a la persona gobernar su vida”, algo que no consiguen los trabajos sin contrato, los falsos autónomos, los contratos temporales o la media jornada involuntaria y que hacen que las personas que sufren precariedad, principalmente migrantes, madres solas, jóvenes o mayores de 50 años, “se sientan invisibles, desprotegidas, atrapadas y silenciadas”.
El problema, según Cáritas, pasa por un mercado laboral “inestable, inseguro, inmediato, desprotegido y fugaz”: “La precariedad laboral es como un ventilador donde constantemente estás entrando y saliendo. Igual que entras, sales”, ha lamentado Feu.
La jefa de análisis e incidencia ha asegurado que el trabajo precario conduce “al estrés, a la ansiedad, a la pérdida de identidad, a la preocupación por mantener el hogar y al impacto en las relaciones familiares”.
Al respecto, Busquets ha criticado la reforma laboral, “un fracaso para reducir la desigualdad y fomentar la ocupación”, y ha reclamado “subir el salario mínimo interprofesional hasta los 1.000 euros en 14 pagas” y llevar a cabo “una nueva reforma laboral que combine las necesidad de las empresas en el contexto actual y los derechos de los trabajadores”.
Asimismo, el director de Cáritas ha lamentado lo que considera “un fracaso del sistema de prestaciones sociales”, que “no llegan a todas las personas en situación de precariedad y, además, son insuficientes”, algo que, en su opinión, podría solucionarse con una reforma de las prestaciones y con la “garantía de unos ingresos mínimos”: “Pedimos que el despliegue de la Renta Garantía de Ciudadanía sea más rápido y ágil”, ha dicho.
La entidad ha reclamado que “se rompa el círculo que vincula el trabajo y la residencia legal” ante la “situación de exclusión que impide a muchas personas inmigrantes trabajar por el hecho de no tener una situación administrativa regularizada”.