En ocasiones, últimamente más de lo habitual, la política nos depara sorpresas difíciles de catalogar, que generan un cierto desconcierto a propios y extraños. Hace pocos días, justo cuando se estaba negociando en la ciudad un eventual pacto entre Terrassa en Comú y Esquerra Republicana, para el que se necesitaba, no lo olvidemos, la aquiescencia del PDeCAT, Ada Colau forzaba con una consulta sorpresa a sus bases para justificar la ruptura de su pacto de gobierno con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona. El distanciamiento entre socialistas y comunes venía motivado por el apoyo de los primeros a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, mediante el que el Estado intervenía las instituciones catalanas y convocaba las elecciones del 21 de diciembre.
Esta semana se ha producido lo que parece un acercamiento entre los mismos partidos que hace tan poco tiempo rompieron su entente. Miquel Iceta y Xavier Domènech intercambiaron mensajes en los que se ha querido interpretar una voluntad de distensión con el objetivo de dejar abiertas las puertas a un posible entendimiento tras las elecciones en caso de que las circunstancias lo permitan y lo requieran; lejos del frentismo por el que abogan algunos. Es una muestra más de que en política no todo es lo que parece y que estamos sometidos a mensajes pendulares que no ayudan a generarnos una idea clara del escenario en el que nos movemos. Habrá que ver en los próximos días si el acercamiento entre comunes y socialistas realmente tiene consistencia y pierde fuerza el que los comunes evidenciaron en días pasados con ERC. Es probable que los mensajes del mantenimiento de una cierta (ni clara ni rechazada) unilateralidad desde el independentismo haya hecho reflexionar a los comunes.
Esta aparentemente nueva situación, que, insistimos, puede cambiar de un día para otro en una campaña nerviosa e imprevisible, podría tener también una repercusión en Terrassa, en función de los resultados del próximo 21 de diciembre. No olvidemos que el intento de acuerdo de TeC con Esquerra, con el apoyo de CUP y PDeCAT, vino precedido de tres amagos de pacto entre los comunes y el PSC de Ballart. De hecho, aunque con formas diferentes, comparten electorado y también objetivos programáticos de base social. Es por ello que cuando decimos que el mandato no acabará con el equipo de gobierno que se presentará el viernes, debemos mirar para los dos lados; igual que para ver de qué lado vienen los coches cuando cruzamos una calle.