Se le ocurrió llegarse a la Jefatura de la Policía Municipal a poner una denuncia, falsa, y allí se quedó, pues lo detuvieron. Con dificultades, porque se puso agresivo, pero lo detuvieron. El individuo se había afeitado para entorpecer su identificación, pero los agentes lo reconocieron igual: era el mismo al que la noche anterior habían visto cuando huía de ellos después de robar en coches. El mismo que casi los atropella con su turismo en la fuga.
El lunes por la noche, unos agentes encontraron al sospechoso en la parte trasera de un vehículo estacionado en un aparcamiento al aire libre de la calle del Segura. Al ver a los guardias, el sujeto emprendió la huida. Se metió en otro coche, el suyo, y se largó a toda prisa en dirección a la carretera de Montcada. En su escapada, el automóvil se estrelló contra otros dos que estaban aparcados, y casi atropella a los policías.
Su descripción física no pasó inadvertida para los guardias. Le vieron la cara y horas después lo reconocieron. No fueron por él. Seguramente no les dio tiempo a hacerlo. Él fue a ellos.
Ventanillas destrozadas
La noche del lunes, cuando la huida, los agentes inspeccionaron los vehículos estacionados en la calle del Segura y sus inmediaciones. Vieron que el coche en el que se había escondido el sospechoso presentaba las ventanillas destrozadas y encontraron tres vehículos más con similares daños. Tenían el interior removido. La actuación policial se completó con el hallazgo del coche usado por el individuo en su huida. Ese turismo tenía desperfectos.
Lo reconocen
A eso de las diez de la noche del martes, un ciudadano entró en la Jefatura de la policía local, en la avenida de Les Glòries Catalanes. ¿Qué se le ofrecía? Dijo que quería poner una denuncia, que le habían robado el coche. Lo pillaron rápido. No le habían sustraído el vehículo. Los agentes lo reconocieron, aunque se había rasurado la barba para dificultar ese reconocimiento. Era el mismo de la noche anterior y él lo admitió. Sí, había robado en el interior de unos coches estacionados.
Debía quedarse allí para ser trasladado a los calabozos en calidad de detenido. El sospechoso, al parecer, no encajó bien la decisión del arresto y, según la policía, se tornó agresivo y se propinó golpes hasta que unos agentes consiguieron reducirlo. Le comunicaron que estaba imputado por un delito de robo con fuerza.