Terrassa

“Queremos nuevos valores, más allá de la independencia”

El exconseller de Cultura Lluís Puig forma parte del llamado gobierno catalán legítimo en el exilio, en Bruselas. En esta entrevista, en la que manifiesta por encima de todo su solidaridad con Josep Rull y su familia, habla de su vida en la capital belga, de su estado anímico y de los días previos a la aplicación del 155 en Catalunya.

¿Cómo están los miembros del govern en Bruselas, cómo es su día a día?
Estamos viviendo en apartamentos separados pero a distancias prudentes para encontrarnos constantemente, hacemos actos conjuntos y también vamos trabajando individualmente. Dedicamos una buena parte del día al trabajo con los abogados para gestionar el juicio que comenzará el 4 de diciembre. Todos los consellers estamos además en listas electorales.

En efecto, usted es el número 2 por la lista de Girona.
Sí, yo nunca había participado en una lista, para mí es una novedad absoluta. Nos dedicamos también a explicar la situación de Catalunya en los medios de comunicación y a los agentes internacionales a los que tenemos acceso. Particularmente también estoy trabajando en la organización de una serie de actos culturales complementarios a la manifestación del 7 de diciembre en Bruselas.

¿Ese traslado a Bruselas fue fruto de decisiones personales?
Uno de los primeros acuerdos que tomamos todos juntos fue que respetaríamos mucho la opinión de cada uno, y con asesorías jurídicas estuvimos valorando todas las opciones de lo que quería decir ir a declarar y lo que quería decir trasladarnos a Bruselas. La verdad es que casi todos veíamos muy difícil que se encarcelara a un gobierno escogido democráticamente como medida cautelar. Entendíamos que no había riesgo de darse a la fuga, ni de ser reincidente. No era como volver a matar, a violar, a robar… Por tanto las medidas nos parecieron muy desproporcionadas. En nuestro caso, por opción personal, cada uno acabó escogiendo lo que quería hacer. Ha pesado mucho el tema familiar; qué padres o abuelos están bajo nuestra responsabilidad, si tenemos hijos, de qué edades, cuál es la situación, de la vivienda, si estás casado o separado, quién se hace cargo de tus hijos… Intervienen tantas cosas que eso debía primar y pasar por delante del hecho estricto del trabajo.

Se ha especulado mucho sobre su caso, si en realidad estaba sustituyendo a una consellera que se había echado atrás…
Es cierto que se hablado mucho de ello. El día que me fui no pude hacer una serie de gestiones a nivel personal, tanto respecto a documentos como de hablar con familiares muy directos. Quise aprovechar unos vuelos de ida y vuelta, sin hacer nada ilegal. No sé si hubo algún conseller que cambió de opinión, pero yo sí que te puedo asegurar que desde el principio me había planteado estar al lado del presidente Puigdemont.

Imagino que en esa decisión ha tenido todo el apoyo familiar y de su entorno.
Me siento objeto de un apoyo increíblemente emotivo, de parte de personas del mundo de la cultura de todo el país; si alguna cosa te emociona cuando estás así, es ir recibiendo el apoyo y el calor de tantísima gente. Te das cuenta de que, después de pasar toda la vida dentro del mundo de la cultura, has tejido relaciones y amistad con tanta gente (el conseller se emociona visiblemente)… y ahora todo el mundo tiene ganas de abrazarte, ganas de decírtelo; eso genera un sentimiento potente, y debemos gestionar esos sentimientos. La verdad es que me siento muy apreciado por el mundo de la cultura de todo el país de una forma extraordinaria, y a nivel familiar ni hace falta decirlo… y aquí estamos aguantando el cirio. En todo caso no estoy ni mejor ni peor que ningún otro; los sentimientos están ahí y cada uno los gestiona como puede.

Cuando firmaron el documento de compromiso con el referéndum en abril, ¿se imaginaron que las cosas llegarían a este extremo?
No nos lo podíamos imaginar. Aquel documento sí que te obligaba a un posicionamiento y a una toma de conciencia muy importante. Yo siempre me remito a aquel acto de abril precisamente porque muchos medios, muchos opinadores y tertulianos se rieron de ese acto, pero para mí precisamente fue emotivo y trascendente, ahora aún más en la distancia. Hubo mucha burla, y se decía que era sólo para arreglar las disputas internas que teníamos, entre el Pdecat y ERC. A partir de ahí yo siempre creí que al otro lado de la mesa habría diálogo, porque sólo hablando se puede avanzar. Lo que no nos podíamos imaginar era ese nivel de ultraderecha desatada que se ha visto a partir de los hechos de octubre, ese ultranacionalismo español. No nos podíamos esperar esta magnitud de represión. Más allá de la independencia, de lo que estamos hablando ahora es de democracia y libertad y de respeto a los derechos humanos. En este punto es en el que en Bélgica se nos entiende perfectamente. Porque se ven estas cosas, se saben. Eso de que haya ministros que digan lo que pasará antes de que lleguen a un juez estremece a todos. La libertad de expresión, la libertad de reunión, todas las libertades conquistadas se están recortando a mucha velocidad. En eso no podemos ceder de ninguna manera.

Una parte del independentismo ha reconocido que la manera de tirar adelante las leyes del referendum y de transitoriedad jurídica no habían sido las más adecuadas y que el govern no estaba preparado para tirar adelante la República Catalana. ¿Cuál es su postura?
Respeto lo que la gente pueda decir. Aunque creo que hacer autocrítica para continuar hacia adelante está muy bien, pero para decir que no hemos hecho bien lo que ya hemos hecho no me parece tan justo. No podemos hacer demasiada autocrítica de un proceso que no tenía un manual de instrucciones, y repito, se hizo esperando que delante tendríamos una mesa con alguien con quien hablar. Y algo hemos ganado; creo que nunca más las cosas serán iguales. Pase lo que pase la semana que viene, o dentro de medio año, los ciudadanos de Catalunya no lo olvidarán nunca, no por venganza o por rencor, sino porque ven que organizándose colectivamente se pueden hacer las cosas que se están haciendo, dando ejemplo de paz, de convivencia, de civismo…

¿Pero no ha habido decepción por cómo se han hecho las cosas?
Todo el mundo sabía que al día siguiente de proclamar la República no pararíamos a los tanques que tuviéramos delante con los Mossos d’Esquadra, ni estabilizaríamos los mercados financieros, ni los países nos reconocerían en cuatro horas, como nuevo Estado. La gente lo sabía perfectamente, todos, los responsables del govern tendríamos alguna responsabilidad más que la gente de la calle, evidentemente, pero, ¿qué teníamos que hacer? ¿Aguar todo este sueño? No podíamos hacerlo, teníamos que enfrentarnos a lo que teníamos delante. Sólo soñando se puede conseguir cambiar las cosas y un sueño tan grande de parte de tanta gente teníamos que hacerlo visible. Ahora veremos el precio que tendremos que pagar.

¿El sueño de la independencia?
Son las ganas de que el país tenga unos nuevos valores… No quiero ni utilizar la palabra independencia, me da igual; lo que queremos es una sociedad con unos valores nuevos de convivencia, de respeto, de civismo, de libertades. Y ahora además todo el mundo lo está viendo lo que quiere decir no tener eso. Eso es muy importante para mí, y no es una justificación de cara a las autocríticas. Creo que lo que necesitamos es un tiempo de distancia para poder analizar lo que hemos hecho.

El día 26 por la mañana todo apuntaba a que no habría DUI y sí elecciones. ¿Esto fue así? ¿Cree que el govern estaría en una situación diferente si hubiera habido elecciones o la maquinaria del 155 se habría activado igual?
Precisamente el presidente Puigdemont estuvo valorando las elecciones, porque había unos indicios claros de compromiso de sacar a los “Jordis” de la prisión, de no aplicación del 155 y de poder tener un cierto diálogo. Si eso se hubiera confirmado, hubieran sido mucho mejores unas elecciones convocadas por nosotros. No habríamos perdido las instituciones, ni el Parlament de Catalunya ni la Generalitat… Pero finalmente se constató, y en este punto sólo puedo decir lo que he oído, porque no estaba yo en las negociaciones directas, que evidentemente, iban a hacer lo mismo igualmente. Por tanto se optó por seguir adelante con la declaración, porque no había garantías. Eso ya se ha dicho a través de Urkullu, desde el País Vasco. Si hubiera habido compromiso por parte del gobierno español, se habrían convocado elecciones pese al jarro de agua fría que hubiera supuesto para mucha gente.

Bien explicado se hubiera podido entender.
También ocurrió cuando se pasó de proclamar la independencia a suspenderla. A todo el mundo le cogió un bajón muy fuerte, pero nadie se rasgó las vestiduras: con el paso de los días todo el mundo entendió lo que suponía esa jugada, porque en definitiva fue una estrategia más. Ahora se han convocado las elecciones para un día después de lo que quería hacer Puigdemont, cuando al principio se hablaba de una aplicación del 155 de seis meses. De hecho es tan ilegal el artículo 155 que más de cien juristas lo están demostrado, que no tiene ninguna base jurídica real; por eso se están apresurando a convocar elecciones, no porque las quieran.

Sin embargo, en paralelo se amenaza a otras comunidades autónomas y se interviene el Ayuntamiento de Madrid.
Tú lo has dicho, ¿qué quiere decir todo eso?, recentralismo, cargarse el estado de las autonomías. Es un repliegue total. No se han creído nunca el estado de las autonomías, o al menos lo parece. Más allá de los nombres, lo que hay que preservar son los valores culturales y humanísticos. En Catalunya llevamos más de diez años con demandas del PP en el Constitucional en contra del catalán, por todo tipo de temas. No puede ser que todo el mundo lo haga mal en Catalunya, no puede ser que todo el mundo lo haga mal gestionando el catalán, cuando en los informes Pisa, queda demostradísimo que los niños tienen una buena enseñanza.

¿Cómo ha afectado la aplicación del artículo 155 al mundo de la cultura?
Cuando se obliga desde Madrid a que los informes que se envíen sean sólo en castellano, se están incumpliendo ya las leyes, teniendo en cuenta que en Catalunya los idiomas oficiales son el castellano y el catalán. Desde el mes de septiembre en que intervinieron económicamente los presupuestos de la Generalitat hemos dejado de construir bibliotecas en municipios en los que no la había, hemos dejado de construir archivos comarcales de Alta Ribagorça y de Les Garrigues, hemos tenido que parar obras de restauración de monumentos y de edificios, hemos tenido que parar de comprar libros para las bibliotecas… algo tan sencillo también se ha visto afectado.

Repercute en muchas escalas. Al mismo tiempo, sé que los trabajadores de la conselleria están muy movilizados, haciendo manifestaciones, reuniéndose en asamblea, muy concienciados… espero que eso no les provoque ningún conflicto. Todo el mundo tiene ganas de pasar página a esta intervención económica terrible.

Durante unos días también se ha hablado de la posible euroorden de extradición contra su persona por la acusación de apropiación de obras de arte de Sijena, que ha impulsado el abogado Jorge Español en contra de la opinión de su cliente (para el que trabaja gratis), el Ayuntamiento de Sijena.
Eso es un escándalo. Lo que es extraño es que a este abogado no se le repruebe con una actitud que mantiene así desde hace años. Que yo sepa esa orden no se ha cursado ni se ha llevado adelante, el alcalde de Sijena dejó bien claro que quería que se solucionara nuestro tema antes de continuar con la reclamación. También es verdad que ahora dicen que, si el que manda en la conselleria de Cultura es el ministro de Cultura, pues que sea él el que proceda al retorno de las piezas. En eso estaríamos totalmente en desacuerdo. La Audiencia Provincial no ha resuelto varios de los recursos y contenciosos que hemos puesto para no devolver estas obras de arte. ¿Por qué no se han resuelto estos contenciosos y estos recursos, no será que quizá tenemos parte de razón?, sobre todo cuando podemos demostrar con facturas que son objetos comprados legalmente, pagados legalmente. La juez que llevaba el caso ha pedido un traslado porque seguramente ya no sabe como salirse del tema. Por otro lado la gente de Sijena va a escuelas de Lleida, a hospitales de Lleida, al centro comercial, a las tiendas de Lleida, cuando quieren ir de fiesta también van a Lleida. ¿Por qué la gente de Sijena no puede ir a ver sus obras de arte al museo de Lleida? De Sijena a Lleida es como ir de Sant Cugat a Terrassa, por decirlo de alguna manera.

¿Cómo se enfrenta el juicio del 4 de diciembre?
La situación judicial en Bruselas es de una tranquilidad y normalidad absolutas, precisamente no está nada politizado ni se quiere que se politice, cuanto menos hablemos mejor. Afortunadamente hay un sistema judicial realmente independiente que hace su trabajo y sigue su proceso. Estamos convencidos de que, con los argumentos que tenemos, podemos conseguir que no se haga efectiva la extradición. Todo lo que queremos es conseguir que no nos extraditen.

¿Pero eso no significaría no poder volver a España?
Eso supondría que nos tendríamos que quedar a vivir para siempre aquí, como ciudadanos libres. Creo que al cabo de veinte años prescriben los delitos, entonces podríamos volver a España sin ningún delito. Creo que entre medio pasarán cosas, y espero poder volver antes de veinte años.

En cualquier caso, cada día ocurren cosas, como la muerte del fiscal Maza este fin de semana.
Le sustituirá un miembro de su equipo, por lo que no creo que haya ningún gran cambio. Tenemos que tener en cuenta que puede que la instrucción no finalice hasta mediados de 2019, y en ese proceso nadie puede indultar a los procesados. La instrucción judicial y las medidas cautelares pueden durar cuatro años, y eso en Bélgica se considera una fórmula extrañísima. Si salimos escogidos en las elecciones veremos cómo se resuelven las tensiones que surjan.

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