Un combinado de magia, teatro y espectáculo es la marca de la casa para el Mag Lari, uno de los ilusionistas catalanes más conocidos y, tal como demostró en Terrassa, más populares de la escena actual. El artista tuvo en nuestra ciudad el reto de cautivar, en dos sesiones distintas y con el aforo completamente repleto de público, a una variada audiencia. Especialmente en la sesión de tarde abundaron los niños y niñas de un amplio espectro de edades, hacia los que se dirigieron algunos de sus gags, sin olvidar los constantes guiños al público adulto.
El Mag Lari basa el espectáculo que le trajo a Terrassa, "Dolce vita", en Italia, en algunos de sus tópicos y de sus canciones más conocidas. La presencia de una bola de discoteca en el techo del escenario da un cierto aspecto ochentero a un montaje en realidad hilado a partir de escenas, en las que abundan los cambios de vestuario y se van sucediendo números de magia en los que muchas veces se juega con el equívoco, con las inefables dosis de humor que les acompañan.
La "Dolce vita" de Ryan Paris es la primera pero no la única referencia a la música italiana. La banda sonora toma especial protagonismo, con playback de los protagonistas incluido (del mago y su ayudante) en uno de los números al son del "Libiamo" de "La Traviata", de Verdi. El truco en ese caso se realiza con el traspaso del cuerpo del ayudante de un barril a otro.
Pero también acuden a la función "Venecia" y la canción que le dedicó Charles Aznavour, la sintonía de "El padrino", la clásica "Sapore di sale", o la discotequera "Che idea", entre otras.
Para arrancarle las risas a su público el Mag Lari no duda en hacer referencias a la situación política actual, con alusiones a la Guardia Civil o al artículo 155 incluidos… En cualquier caso, la mayor parte del tiempo se deja llevar por el guión, sin renunciar a las eventuales improvisaciones y su aguda interacción con el público.
Uno de los platos fuertes de su espectáculo es la subida al escenario de voluntarios, tanto pequeños como adultos, con los que el Mag lari practica juegos de mentalismo o ilusionismo, con desaparición de objetos o, incluso, de personas. Una niña pasó en la función un buen rato desaparecida, aunque volvió a emerger, de la nada, en un apoteósico final. El Mag Lari tuvo a bien invitar al escenario a todos los niños de la sala y repartió pañuelos con los colores verde y amarillo entre todo el público, para una despedida colorista, participativa y original.
La abuela del mago
Pero el momento más emotivo y extraordinario de la función no fue ese, sino el rato en el que el mago aprovechó, durante un número, para explicar la historia (no sabemos si real o no) de su abuela. Durante varios minutos, mientras enrollaba con paciencia un ovillo de lana atado a la caja de un anillo de compromiso, estuvo explicando la historia del amor entre su abuela y su abuelo italiano, muerto en la guerra. Una historia muy romántica con sorpresivo final.
El Mag Lari también recurrió a su supuesta familia para hablar del naufragio del Titanic, de su antepasado también mago que falleció en el hundimiento y del que supuestamente recataron una caja de desapariciones.
En la "Dolce Vita" el Mag Lari mantiene el ritmo, sabe improvisar e interaccionar con el público con gran habilidad, y evocar la emotividad en los momentos más sencillos. Más allá de la espectacularidad de los trucos, siempre pensados para un gran escenario y en los que prescinde, por ejemplo, del uso de las cartas, demuestra su profesionalidad y su gran apuesta por la teatralidad, además de su capacidad para no escatimar en recursos, para hacer de su apuesta en escena una propuesta visualmente atractiva y entretenida. Mag Lari vence y convence.