Terrassa

La comedia negra terrassense “Matar a Dios” entretuvo en Sitges

La alfombra roja del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya se vistió de gala para la "première" mundial de "Matar a Dios", la negrísima comedia que supone el debut en la dirección de los egarenses Albert Pintó y Caye Casas, dos habituales del Festival de Sitges. Pintó es director, guionista, profesor de la Escac y realizador de publicidad, mientras que Casas es director, guionista y dibujante. Hace tres años rodaron, ya a cuatro manos, el multipremiado corto "NADA S.A." y "Matar a Dios" es su ópera prima.

Íntegramente rodada en una masia egarense de la Font de Can Gayà con muy poco presupuesto, el film narra en noventa minutos la historia de un enano que dice ser Dios y que se presenta en Nochevieja en la casa de campo donde cuatro "loosers" han ido a despedir el año. La premisa es simple: les anuncia que al amanecer la raza humana se extinguirá y los ha elegido para que decidan ellos mismos, con votaciones a lo Gran Hermano, quienes son los dos que deben sobrevivir.

Tal y como reconoció Albert Pintó antes de la proyección, se trata de "una película pequeña" que persigue más la risa que acomodarse en la profundidad de un guión sencillo y sin demasiados recovecos. En este sentido, la película no engaña a nadie. No es ni más ni menos de lo que es: una comedia disparatada con humor de brocha gorda y notables interpretaciones a cargo de Eduardo Antuña, Itziar Castro y el siempre solvente Boris Ruiz, amén de un cameo inicial del estupendo Francesc Orella.

Es "Matar a Dios" una película gamberra, de planteamiento tan delirante como improbable, que lleva al límite la capacidad de sorpresa de sus cuatro protagonistas, inmersos en una delirante noche que cambiará para siempre sus vidas.

Aunque irregular, el guión transita por una montaña rusa de despropósitos y barbaridades en las que parece más interesante lo que se dice que lo que se ve. Miquel Prohens fotografía los desvaríos emocionales de este grupo de "frikis" encerrados en un permanente ambiente claustrofóbico, una casa antigua repleta de animales disecados de cornamentas varias. Hay chistes, guiños, duelos dialécticos e incluso una dosis final de gore largamente aplaudida. La mejor virtud de "Matar a Dios" es, en el fondo, que no se toma en serio a sí misma.

Irregularidad
La quincuagésima edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges presenta hasta la fecha una programación irregular, quizás la más floja de los últimos años. Más allá del glamour intrínseco a la presencia de estrellas de la talla de Susan Sarandon, William Friedkin o el padrino de este 50 aniversario, el mexicano Guillermo del Toro.

De lo ya visto, lo mejor es, sin ninguna duda, "Thelma", el extraordinario e introspectivo thriller nórdico dirigido por Joachim Trier. Esta coproducción entre Noruega, Suecia, Dinamarca y Francia es toda una joya. Aciertan quienes la han clasificado como una mezcla del Ingmar Bergman más clásico y relugioso con el horror de las novelas de Stephen King. Narra el film la vida de la "Thelma" del título, una estudiante de biología que deja atrás el apabullante control paterno producto de un extremo fanatismo religioso para adentrarse en la vida exterior y descubrir la libertad, la vida, el amor y la sexualidad que tenía reprimidos.

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