Catalunya empieza a recuperar el atractivo que tenía antes de la crisis para la población extranjera. El año pasado el número de extranjeros llegados a Catalunya fue de 128.474, lo que significa un 12,7% más que en 2015 y es la cifra más alta desde 2008.
Los catalanes que abandonan su casa, en cambio, han descendido: el año pasado hubo 83.241 emigraciones, un 10,5% menos que el año anterior. El saldo neto resultante es de 45.233 personas, más de doble que en 2015, cuando fue de 20.996. La cifra destaca, aún más, porque en 2012, 2013 y 2014 fue negativa, llegando a ser de -20.749 en 2013.
Los intercambios migratorios con el extranjero resultaron positivos en 35 comarcas, entre ellas, el Vallès Occidental (3.720), la segunda, por detrás del Barcelonès (30.573).
El Barcelonès
Los intercambios con el resto de España (sin contar Catalunya) también fueron positivos aunque menores que en 2015. El balance entre inmigrantes (51.192) y emigrantes (47.303) supone una entrada neta de 3.889 residentes, un 23,8% menos que un año atrás.
El saldo migratorio total en Catalunya fue positivo (49.122 personas). Hubo 32 comarcas y Aran donde la entrada neta de personas superó a la salidas. Según los datos del Idescat, no había tantas comarcas con saldo migratorio positivo desde el año 2008. El Barcelonès, con 25.047 movimientos, destaca como la principal comarca receptora de inmigración del resto de España y del extranjero, al tiempo que es la principal emisora de vecinos hacia otras localidades catalanas.