En plena escalada de tensión entre el Estado y la Generalitat y con la población movilizada, el alcalde de Terrassa se ha visto interpelado en varias manifestaciones, donde le han pedido que diera un paso al frente y también que dimitiera. Cinco días después del 1-O, Jordi Ballart reivindica su empeño personal en garantizar la votación el domingo en la ciudad – "en algunos momento el más interesado en que se votara fui yo", dice – y revela que está dispuesto incluso a abandonar la militancia si los socialistas españoles y catalanes apoyan al PP en la aplicación del artículo 155 de la Constitución y suspenden la autonomía.
Ballart colaboró en la elaboración de la lista de los colegios electorales, pero el domingo optó por acudir a votar. "En la papeleta no estaba la opción que yo y mucha gente defendemos", dice.
Terrassa ha vivido movilizaciones sin precedentes esos días. ¿Tiene el alcalde la sensación de que le han cambiado la ciudad?
Para nada. Se ha expresado tal como es. Una ciudad que ha defendido el derecho a decidir, la independencia y que, tras la decisión del PP de utilizar jueces, fiscalías y policía, ha mostrado su indignación. Estoy sorprendido por la movilización de 25 mil personas el martes, pero conviene recordar que muchos terrassenses no salieron a la calle y esa es una realidad que también debemos tener en cuenta. Yo apelo a esta ciudad plural y diversa.
La semana pasada en la Plaça Vella, durante la protesta por las detenciones de cargos autonómicos, los manifestantes preguntaban dónde estaba el alcalde. Después han pedido su dimisión y el martes por la tarde que retirara la bandera española del Ayuntamiento. ¿Se ha sentido interpelado?
¡Claro! En las manifestaciones y por la calle. Todos los días. Siempre he dicho que mi voluntad es ser el alcalde de todos y eso se complica en momentos de polarización como el actual. Mi actitud ha sido clara. Respetar la legalidad, proteger a los funcionarios y garantizar que los terrassenses pudieran votar el 1 de octubre.
Mediante un pacto en el que, sin embargo, no cedió los colegios municipales. ¿Cómo lo explica?
El 5 de septiembre acordé con los consellers Josep Rull del PDeCAT y Carles Mundó de ERC los espacios de votación en Terrassa. El objetivo de aquella reunión, que se celebró antes de la suspensión del referéndum, era que la jornada se pareciera lo más posible a una jornada electoral. Pero debo decir que en algunos momentos el más interesado en que se votará era yo. Hubo mucha improvisación y deserciones a la hora de asumir responsabilidades. Así fue, y después he visto cómo tras colaborar para que se pudiera votar en más espacios de los previstos inicialmente me han llamado traidor y cobarde. No puedo hablar más, pero he tomado nota de todo los ocurrido en una crónica detallada que convertiré en un libro.
¿Jordi Ballart votó el 1-O?
No lo hice porque no me sentí interpelado por la pregunta.
En Terrassa votaron cerca de 53 mil electores. ¿Le sorprendió?
Para nada. A los que defienden una Catalunya independiente, el domingo se sumaron muchas personas indignadas por las cargas policiales de la mañana. El PP consiguió que fuera mucha más gente a votar y entre esos electores también había socialistas. Conozco muchos que acudieron a votar.
¿Cree que el Govern aprobará el lunes la declaración unilateral de Independencia (DUI)?
La unilateralidad no lleva a ningún lado. Si se declara la DUI, al día siguiente estaremos igual o peor porque el Gobierno del PP está dispuesto a responder aplicando el artículo 155 y suspender la autonomía. Además, mucha gente que ha salido a la calle no está por una ruptura inmediata. La única solución es sentarse a negociar.
¿Confía en que las iniciativas de mediación fructifiquen antes del lunes?
Mariano Rajoy, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras saben que están en un callejón sin salida y que esto sólo se soluciona negociando. Pero a estas alturas esos interlocutores ya no son válidos. Hará falta un relevo de personas que ponga cordura porque está ocurriendo algo muy grave. Se ha renunciado a la política y se ha dejado el "procés" en manos de la gente, y eso es una gran irresponsabilidad. El Govern ha conducido a la población hasta aquí y ahora parece que descarga responsabilidad en la movilización social, mientras ellos permanecen en segunda línea. Ahora toca negociar, pero no pueden pretender que sea la Iglesia, con el Abat de Montserrat o incluso el Papa al frente, quien resuelva el problema.
¿Cree que la población aceptaría la alternativa de un referéndum legal y acordado a largo plazo?
Con las actuales mayorías, un referéndum legal y acordado no es viable. Por eso toca que un líder valiente como Pedro Sánchez, al que no le ha temblado el pulso a la hora de enfrentarse al aparato de su partido, tome la iniciativa, cosa que aún no ha hecho, y presente una moción de censura a Mariano Rajoy. El PP ha vivido estos años del rédito electoral de su enfrentamiento a Catalunya. Los números saldrán en el Congreso y el resultado debe ser una mano tendida a Catalunya y fecha para un referéndum acordado, como en Escocia o Quebec, sin excluir ninguna opción.
En esta crisis Pedro Sánchez sólo se ha desmarcado de Rajoy para condenar las cargas policiales. ¿Se ha sentido cómodo como socialista?
Con el PSC si. Nuria Marín fue muy contundente el domingo en L’Hospitalet pidiendo la marcha de las fuerzas policiales, también lo fuimos en Castellar, en Granollers… Otros socialistas también han rechazado abiertamente al referéndum. Es la pluralidad socialista, un valor positivo que en la coyuntura actual nos pasa factura. Yo estoy dispuesto a reconocer que la estrategia del 1-O nos ha fallado, que no nos hemos explicado bien. Pero estoy convencido de que el modelo federal es la solución. No soy independentista, pero soy demócrata y creo que esto se solucionará votando.
¿Qué espera que haga Pedro Sánchez si el Gobierno aplica el 155?
Espero que no lo apoye. Debo decir que si el PSOE se alinea con el PP no me representará, que si se mueve como el PP por intereses electorales entraré en un proceso serio de reflexión. Si el PSC mantiene su vinculación al PSOE y este apoya la aplicación del 155 en Catalunya, yo renunciaré a mi militancia y en consecuencia dimitiría como alcalde. Sería lo ético.
No estoy solo en esto. He hablado con otros alcaldes y el PSC rechaza la aplicación del artículo 155. En este tema hay unanimidad. Iceta lo ha dicho claro: ni DUI ni artículo 155. No lo aceptaríamos.
¿Se lo han hecho saber al PSOE?
Estos días los alcaldes socialistas nos estamos viendo y yo mismo he hablado con el secretario de organización del PSOE Jose Luís Ávalos. Desde el PSC proponemos impulsar una moción de censura que permita convocar una consulta legal y acordada. Confiamos en que entiendan que esta es la solución.
Personalmente, ¿cree que el "procés" y la movilización social dibujan un nuevo horizonte político?
Es pronto para saberlo, aunque está claro que en futuro nada volverá a ser igual. Se hace muy difícil hacer predicciones de cómo evolucionará el voto en el futuro y, sinceramente, creo que la ciudadanía no entendería que hoy perdamos el tiempo haciendo cálculos.
Le traslado la pregunta tal como que se la hacen muchos ciudadanos de a pie. ¿Cómo cree que acabará esto?
Con una consulta legal y acordada, lo tengo claro. A muchos les gustaría que fuera ya, pero procesos como los que se hicieron en Escocia o Quebec tuvieron calendarios largos. En este momento toca bajar la tensión porque todo el mundo se ha excedido y emprender un nuvo camino.
Insisto, yo estoy convencido de que esto acabará con democracia. Es muy fácil si hay voluntad. Pongámonos de acuerdo en que se pueda votar todo. Antes me preguntaba por qué no fui a votar el domingo. Pues porque era un referéndum ilegal y sin garantías, pero también porque la opción que yo defiendo y con la que se identifica mucha otra gente no estaba en la papeleta. Nos han llevado a los extremos, pero hay muchas personas en Catalunya que no están ni con el sí, ni con el no. Que estarían por una reforma federal, por eso a mí me gustaría que un día esa opción estuviera en la papeleta para que los catalanes la pudieran votarla. Conozco a personas que ridiculizan el modelo federal en público, pero luego lo defienden en privado como tercera vía, como la alternativa más sensata.