Ayer corría por las redes un video delicioso protagonizado por Àlex y Glòria. Ella se definía como de izquierdas, nórdica e independentista y él como terrassense y del Partido Popular, de hecho es concejal por ese partido, aunque no se presentaba como tal. Ella, lógicamente, favorable a la celebración del referéndum convocado para el domingo y él contrario. En menos de un minuto se resumía lo que está ocurriendo hoy en Catalunya, desde la cordialidad y simpatía que irradiaban los protagonistas del vídeo. Glòria defendía la convocatoria desde la legalidad catalana, desde las leyes aprobadas por el Parlament de Catalunya. Àlex, convencido constitucionalista, considera la convocatoria ilegal por ser contrario a la Carta Magna y apoyarse en leyes suspendidas por el Tribunal Constitucional. Ella llamaba a votar el domingo, él a no acudir a las urnas o lo que haya.
Seguramente faltaría en el vídeo una tercera persona que representase a quienes quieren votar aún en la opción del no, e incluso una cuarta, que no se siente llamada en esta convocatoria, pero defiende la celebración de un referédum con todas las garantías que diera legitimidad al resultado en Catalunya en España y ante la Comunidad Internacional. Seguramente, si existiese esa última opción, aunque no fuese en fecha inmediata, incluso Glòria la aceptaría. La realidad es muy diferente y dibuja un escenario sumamente complejo que marcará el futuro de Catalunya y también el de España de puertas para adentro y también en el exterior.
Observemos cómo se ha ido produciendo un cambio de actitud en la clase política española. De la indiferencia inicial se ha pasado a una honda preocupación por el desarrollo de los acontecimientos. El presidente Mas decía esta semana que el resultado de los acontecimientos que se han venido produciendo en los últimos meses es que España ya ha perdido a Catalunya. La desafección es una realidad palpable que marcará el futuro aunque se impida la celebración del referéndum de la forma que sea o se utilice el artículo más famoso de la Constitución, el 155, si se produce una declaración de independencia. Esa fractura será la gran demanda que realizará la historia a todos los gobiernos de la democracia. Parece que empezamos a darnos cuenta de que hemos dado tantas patadas al balón hacia adelante que ya se nos ha acabado el campo.
Por cierto, el vídeo de Àlex y Glòria acababa haciendo un llamamiento, abrazados, a la calma y al civismo pase lo que pase. "Hem discutit molt, però ens estimem".