Los policías que se presentaron aquella tarde en aquel piso tardaron en olvidar, si lo han olvidado, el estupor que recorrió su espinazo al ver lo que vieron y, sobre todo, oír lo que oyeron. Han pasado veintiún meses de aquello. Para la semana próxima está previsto el juicio por una violación brutal, de las peores ocurridas en las últimas décadas en Terrassa. Un hombre está acusado de golpear, presuntamente, a su pareja con la clavija de un cable eléctrico, de arrancarle mechones de cabello, de darle puñetazos, de morderle la vagina y de penetrarla por el ano con una zanahoria. La Fiscalía reclama más de diez años de prisión. Estima un atenuante de la pena por embriaguez.
6 de diciembre del 2015, doce del mediodía. Un matrimonio camina por una calle próxima a la avenida de Barcelona. Se desencadena una discusión y el hombre agarra una mano a su pareja y se la retuerce hacia atrás. Le suelta un puñetazo con la mano derecha, directo a la nariz, la zarandea varias veces y la estampa contra una pared. Ella sufre un fuerte impacto en la cabeza. La múltiple agresión le acarrea hematomas, policontusiones y erosiones.
Dos de la tarde del 12 de diciembre, seis días después. Según el escrito de la fiscal, la pareja se encuentra en su domicilio. Beben mucho. Trasiegan unas cuantas botellas de alcohol.
Con un cable eléctrico
Otra vez salta la chispa de la disputa verbal. El hombre insulta a su pareja, "perra, me cago en tus muertos", le dice, mientras le da con los nudillos en los labios y en la nariz. Va por un cable eléctrico. Lo toma, lo esgrime en el aire y suelta zurriagazos a a la víctima con el extremo, con la clavija. En las piernas primero, luego en todo el cuerpo. Eso cuenta la fiscal.
Y desgrana también la fiscal la secuencia estremecedora que siguió a esos golpes de cable. Dice que el acusado cogió del pelo a la mujer y tiró con fuerza. Con tanta, que le arrancó varios mechones.
Llovieron puñetazos en el estómago, también. "La obligó a tumbarse en el suelo boca abajo", relata el Ministerio Público. Él cogió la cabeza de la víctima y la golpeó contra el pavimento "en diversas ocasiones", prosigue la acusación.
La obligó a ir al dormitorio. Le arrancó la ropa y la tiró a la cama. Ella gritaba, pidiendo auxilio, cuando él le metió dedos en la vagina. Le tapó la boca con la mano para que dejase de chillar. Según indica la calificación fiscal, el procesado mordió a la víctima la vagina mientras la insultaba, mientras le espetaba que era una "perra" y una "puta" y que él lo hacía bien, y que otras mujeres sí habían disfrutado con él.
Se puso encima de la mujer. La aprisionaba y ella perdió el conocimiento. Fue entonces cuando, según la acusación, le introdujo una zanahoria por el ano. La vejada recuperó la conciencia y el procesado destrozó una puerta de vidrio de la vivienda y, con un trapo, agarró unos de los trozos resultantes de la rotura. Se dirigió a la víctima y le puso el cristal entre los ojos. Él se despistó y la mujer aprovechó la distracción para escapar y salir de la vivienda, situada cerca de la carretera de Castellar. A los pocos minutos llegaron unidades policiales. Sirenas y más sirenas.
El sospechoso fue detenido y trasladado a dependencias policiales mientras los médicos atendían a la agredida. El parte de lesiones del hospital incluyó policontusiones a nivel craneofacial y en el tórax, las piernas y los brazos y lesiones en la vulva y la zona perianal. Tardó en curar veinte días.
El detenido ingresó en prisión preventiva al día siguiente. El juzgado de violencia sobre la mujer número 1 de Terrassa instruyó el sumario y en marzo pasado el Ministerio Fiscal redactó el escrito de acusación, que considera al encausado autor de dos delitos de malos tratos en el ámbito familiar, un delito de amenazas y otro de agresión sexual "con acceso carnal". Pero concurre un atenuante, el del intoxicación etílica. El hombre cometió los hechos cuando tenía afectadas "sus capacidades intelectivas y volitivas" como consecuencia del consumo de alcohol.
La pena solicitada: un año de prisión por uno de los delitos de maltrato, ocho meses de prisión por el otro, ocho meses más por las amenazas y ocho años de cárcel, más diez años de libertad vigilada, por la violación. Si el tribunal hace suya la tesis de la fiscal, el acusado no se podrá acercar a menos de mil metros de la víctima, ni comunicarse con ella, durante un periodo mínimo de diez años.
La sección vigésima de la Audiencia Provincial prevé juzgar este truculento caso de agresión sexual la próxima semana y ha reservado dos jornadas, la del jueves y la del viernes. Varios agentes de la Policía Municipal y de los Mossos d’Esquadra han sido citados a declarar. El Ministerio Público propuso también que testificasen cinco médicos forenses y unos psicólogos para ratificar los informes emitidos cuando exploraron a la víctima.
La indemnización
910 euros. El Ministerio Fiscal pide que el acusado pague 910 euros a la víctima por las lesiones causadas