Opinió

Demostración de fuerza

Ayer se cerró un período de seis Diadas consecutivas marcadas por la reivindicación de un buen número de catalanes que han pedido de formas diversas que Catalunya se convierta en una república independiente. Han sido seis demostraciones de fuerza impregnadas todas ellas por el carácter festivo y reivindicativo. Todas y cada una de ellas han evidenciado una elevada capacidad de respuesta. En esta oportunidad han sido más de un millón de personas -medio millón ya estaban inscritas, según los organizadores- las que han participado en el acto central en favor de la independencia que se desarrolló ayer por la tarde en Barcelona. La capital fue tomada de nuevo por miles de personas que alzaron su voz a favor de una Catalunya independiente. Así se pone fin a una continuación de demostraciones de fuerza que deben culminar con el referéndum del 1 de octubre.

La jornada de ayer no se desvió ni un solo milímetro del guión previsto. La previsibilidad, por extraño que pueda parecer, está marcando el procés, tanto por parte de quien lo defiende como del que ha expresado su contrariedad al mismo. La semana pasada se sucedieron dos jornadas maratonianas en el Parlament para aprobar la ley del referéndum, y posterior convocatoria del mismo por parte del Govern, así como la llamada ley de desconexión. La votación fue la esperada y, de inmediato, la respuesta del Gobierno también resultó contundente y anunciada. El Tribunal Constitucional declaró ilegales estos acuerdos después de los recursos interpuestos por el gabinete de Mariano Rajoy. Así,

se desarrollaron los hechos como estaban previstos.

La Diada fue un nuevo ejemplo de esta circunstancia. Por la mañana, cuando se desarrollaron los actos institucionales, quedó patente la gran fractura que existe entre las fuerzas políticas. Los partidos contrarios al referéndum o no participaron en los actos, como Ciutadans o PP, los primeros desarrollaron una celebración paralela, o como, en el caso del PSOE, fueron objeto de protestas. No sólo en Barcelona, también en Terrassa, por ejemplo, se reclamó con vehemencia un posicionamiento favorable de los respectivos alcaldes en favor del referéndum. Nada nuevo. Y así se llegó a la manifestación de ayer por la tarde. Siguiendo ese guión preestablecido la respuesta ciudadana fue la esperada. No por ello hay que obviar este hecho, porque los grupos independentistas buscaron su último ejercicio de fuerza en favor del referéndum y lo consiguieron.

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